La Iglesia católica de Brasil se desmarca del Vaticano y permite el uso del condón
Los obispos consideran el preservativo como un mal menor en la lucha contra el sida
La Conferencia Episcopal de Brasil, una de las más numerosas y vivas de la Iglesia, acaba de tomar una decisión inédita y opuesta a la doctrina del Vaticano: la aceptación del uso del condón por parte de los católicos "como mal menor", sobre todo en personas que consumen drogas o que son promiscuas y que, por tanto, corren riesgo de contraer el sida. La medida fue dada a conocer durante la apertura del primer Encuentro sobre el Sida, promovido por la Pastoral de la Salud, órgano de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil.
Aunque los obispos brasileños se han cuidado de que su aceptación del uso del preservativo se extienda únicamente a aquellos casos en que pueda existir peligro de contagio del sida, lo importante de la decisión es que se ha tratado de la primera conferencia episcopal del mundo que ha roto con uno de los grandes tabúes de la Iglesia de Roma.Precisamente cuando surgió el sida y Brasil se convirtió en uno de los países más afectados por la plaga, algunos teólogos progresistas brasileños pidieron a la Iglesia que admitiera el empleo de los preservativos para evitar el contagio. Pero, como réplica, numerosos cardenales de la curia de Roma llegaron a presentar el virus como un nuevo castigo de Dios y como elemento providencial para que los jóvenes tuvieran que frenar sus actividades sexuales.
Más tarde la Iglesia Católica se mostró más comprensiva con las víctimas del sida, un auténtico problema sanitario y social de primer orden en Brasil; pero nunca permitió, ni siquiera movida por lo grave de la situación, que los fieles católicos utilizasen el condón en sus relaciones sexuales.
En cambio ahora, con ocasión de la reunión sobre el sida que se está celebrando en la localidad de Itaici, a 100 kilómetros de São Paulo, el obispo de Goiás, Eugenio Rixen, encargado episcopal de la Pastoral sobre la Salud, ha confirmado la nueva posición de la Iglesia brasileña sobre el uso del condón, que los brasileños llaman camisinha. El obispo justificó dicha decisión afirmando que "entre el uso del condón o la difusión del sida, la Iglesia de Brasil ha escogido el mal menor". Según el obispo, esa frase la había pronunciado ya hace cinco años el cardenal Evaristo Arns, el famoso arzobispo progresista de São Paulo, personaje ligado a una concepción eclesial y política proclive al respeto a los derechos humanos.
Arns abogó entonces para que Roma anulase la condena a los católicos por el uso del preservativo en casos de peligro de contagio de enfermedades venéreas. En aquella ocasión, el cardenal Arns fue duramente criticado por los sectores más conservadores de la Iglesia brasileña. Éstos alegaron que el Vaticano se había manifestado siempre contraria al empleo del preservativo.
Para calmar las posibles críticas que en Brasil y fuera puedan levantarse contra la decisión oficial de la Conferencia Episcopal de Brasil, el obispo Rixen quiso subrayar que esta decisión no significa que ahora los obispos "vayan a animar a los católicos a usar el preservativo" para limitar la natalidad, sino que su uso deberá restringirse a los casos específicos de peligro de contagio del sida.
El ministro de Sanidad, José Serra, un hombre progresista que fue perseguido durante la dictadura y de quien se habla como posible futuro presidente de la República, estaba presente a la apertura de la conferencia sobre el sida, y realizó hizo grandes elogios sobre la valiente decisión del episcopado brasileño afirmando que prestará una gran ayuda al Gobierno en la campaña contra el sida.
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