Cerca del soponcio
Cartel modesto, cielo encapotado y poca cosa en el ruedo, hasta el punto de que los escasos espectadores estuvieron muy cerca del soponcio, sino fuese porque en el que cerraba plaza la protesta bastante generalizada les sacó de la modorra y también porque en un tendido se hallaba un especialista en eso de animar el cotarro: el inclito (dos palabras, por favor) Jesulín de Ubrique.Pero, bueno, ¿es que la corrida de Luis Albarrán fue mala? No exactamente. Todos tuvieron codicia de salida, rematando en los burladeros; cumplieron, y alguno algo más, en varas, pero luego, sin tirar una cornada, dieron en tardear y varios se aplomaron excesivamente. Sin embargo, uno cree que no siempre recibieron la lidia adecuada, dejándolos muy a su aire y no acertando siempre en terrenos y distancias.
Albarrán / Antolín, Guerra, Bejarano Seis toros de Luis Albarrán, codiciosos de salida, cumplieron en varas y se apagaron pronto
Roberto Antolín, ovación y ovación. Julián Guerra, silencio y salida al tercio. Manolo Bejarano, silencio tras aviso y palmas. Plaza Monumental. Barcelona, 11 de junio. Un sexto de entrada.
A la terna no se le puede negar su voluntad de agradar, pero con eso no basta para conseguir mayores frutos que los obtenidos ante una corrida con las características apuntadas. Roberto Antolín anduvo bastante desahogado y fue, de los tres, el que mostró mayores recursos. Banderilleó a los dos de su lote (mejor al cuarto que al primero). Aunque con muchos pases, estuvo aseado ante el que abrió plaza, sobre todo por el pitón derecho. Intentó calentar al respetable poniéndose de rodillas y acabó de pinchazo, casi media tendida y descabello. Buen principio de faena por bajo el cuarto y una suave serie con la diestra, optando acto seguido por un toreo de cercanías y finalizando con una buena estocada.
Julián Guerra llevó a cabo un muleteo dilatado y con muchas pausas a su primero, no acoplándose con su paradote enemigo, al que finiquitó de pinchazo, metisaca y estocada. En el violento quinto sólo consiguió acoplarse, a pesar de su decisión, en una serie con la derecha. El acertar al primer envite con una escotada entera le dio riendas para salir a saludar al tercio por su cuenta e incluso para un intento de vuelta al ruedo que fue frenado en seco.
Manolo Bejarano hizo un virtuoso quite por navarras a su primero. El principito de faena, por bajo, fue muy torero. Luego toreó correctamente con la diestra en los medios. El muleteo fue a menos y con estoque y descabello estuvo poco afortunado. El sexto fue el más codicioso de salida, estrellándose violentamente contra los burladeros tres o cuatro veces y con la colaboración del peonaje, lo que dejó al pobre animal bastante mermado de facultades. Ello levantó las protestas del público, lo que influyó en el ánimo de Bejarano, quien después del mitin que su cuadrilla dio en banderillas, estuvo muy poco centrado con el astado, quedando, debido a su colocación, al descubierto en más de una ocasión. Pinchazo, sartenazo caído y descabello dieron fin al soponcio generalizado.
Babelia
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