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Los expertos señalan graves irregularidades en la planta de compostaje de Teià

El accidente ocurrido el pasado viernes en la planta de compostaje de Teià, en el que murieron dos trabajadores de forma instantánea y más tarde un tercero que acudió en su ayuda, no debería haber ocurrido. La presencia de ácidos sulfhídrico y cianhídrico, por ahora la causa más verosímil del fatal accidente, indica, según diversos expertos, "graves irregularidades" no sólo en la planta, sino también en la depuradora que produce los fangos.

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El accidente, en opinión de los expertos, no obedeció a una sola causa, sino a una concatenación de hechos. En esa cadena, el ácido sulfhídrico parece ganar peso como causa de la muerte de los trabajadores, a la espera de lo que indique la autopsia. Si al final ésa es la conclusión, la pregunta que se plantean los expertos es por qué se formó ese ácido y cuál era su origen. La inhalación de ácido sulfhídrico puede ocasionar la muerte de forma instantánea. Eduardo Rodríguez Farré, ecotoxicólogo del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, explica que el gas origina la pérdida de conciencia en un lapso de 10 a 30 segundos y la muerte por asfixia en apenas un par de minutos. Es un tipo de accidentes "usuales", aunque no frecuentes, que han sido descritos en silos de cereales, sentinas de barcos y explosiones de volcanes.

En todos los casos coincide con lo sucedido en el accidente de Teià, incluso para el tercer fallecido, el que acudió en ayuda de los dos trabajadores: "La norma", añade Rodríguez Farré, "indica que no debe prestarse ayuda". Es decir, en el caso de una emanación tóxica en la que alguien cae fulminado, las normas de seguridad recomiendan no auxiliar al accidentado si no se dispone de un equipo adecuado. En Teià nadie sabía de la existencia de ese equipo.

La cuestión es, sin embargo, a qué pudo deberse la presencia de este gas. El ácido sulfhídrico se forma por descomposición de materia orgánica en un medio ácido, con escasa presencia de oxígeno y a temperaturas elevadas, según rezan los manuales de química.

Aguas residuales urbanas

¿Puede esta definición encontrar acomodo en el accidente de Teià? La respuesta es sí, y se explica por la composición del material que se transportó desde la depuradora de Mataró hasta Teià y por el tipo de transporte empleado. Los lodos y fangos extraídos de la depuradora proceden del tratamiento de aguas residuales urbanas o industriales asimilables a urbanas. Tras el tratamiento, los compuestos contenidos en las aguas quedan concentrados en los fangos. Éstos, en función de su composición, se depositan en un vertedero, si se detecta la presencia de metales pesados, o bien se trasladan a una planta de tratamiento; por ejemplo, para obtener compost, un abono de uso agrícola rico en materia orgánica. Por otra parte, las aguas residuales suelen ser ácidas, especialmente si en ella se han vertido orines o purines. Ese medio se reproduce y agudiza en los fangos.

En esas condiciones, explica Damià Barceló, químico ambiental del Centro de Investigación y Desarrollo de Barcelona, puede iniciarse un proceso de fermentación natural en la propia depuradora. Al introducir los fangos en el camión-cuba que los transportó hasta Teià, una atmósfera pobre en oxígeno y el calor acumulado por las elevadas temperaturas registradas el pasado viernes pudieron ocasionar la acumulación de gases. El mero hecho de abrir las compuertas del camión habría bastado para fulminar a los tres trabajadores. Si ese fue el caso, ¿cómo no se advirtió en origen? "Sólo se encuentra lo que se busca", argumenta Barceló. En el caso de lodos y fangos de depuradora, se buscan metales pesados, pero no otro tipo de compuestos. Por tanto, nadie se habría apercibido de una carga anómalamente alta de materia orgánica, como tampoco de la presencia de otros compuestos potencialmente tóxicos como cianuros (la segunda hipótesis de trabajo) o disruptores endocrinos, área en la que la Unión Europea tiene prevista su primera regulación para el caso de los nonilfenoles. En opinión de Barceló, la confirmación de la presencia de ácido sulfhídrico debería "obligar a las autoridades" a vigilar las normas de actuación de las depuradoras y ampliar la lista de compuestos potencialmente tóxicos que se deben revisar. "Los lodos se convierten en compost que se disemina por todo el territorio", acaba.

A la espera de lo que concluya la autopsia y de lo que dictamine la instrucción del sumario, actualmente bajo secreto, la hipótesis del ácido cianhídrico como responsable de la muerte de los tres trabajadores parece perder peso, aunque no es en absoluto descartable en opinión de los expertos consultados.

Al igual que ocurre con el ácido sulfhídrico, la muerte sobreviene de forma instantánea (aunque en este caso no es por asfixia, sino que actúa sobre el sistema nervioso provocando su parálisis) y precisa también de un medio ácido para su formación. No obstante, la sustancia de partida no es materia orgánica, sino cantidades notables de cianuros. Éstos se habrían acumulado en los fangos de la depuradora, pero su origen difícilmente se encontraría en las aguas residuales urbanas. Éste debería buscarse en vertidos de empresas que utilizan este material en sus procesos. Fundamentalmente, empresas del sector metálico que elaboran productos galvanizados o que emplean métodos de tratamiento electroquímico.

El vertido de las aguas residuales de estos procesos al canal que recoge las aguas urbanas, bien sea de forma aislada o a lo largo de varios días en pequeñas cantidades, habría acumulado los cianuros en los fangos. Una vez ahí, nadie los habría detectado y el vertido, accidental o ilegal, habría pasado inadvertido.

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