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Reportaje:

La lista de la desesperación

El escándalo de las listas de espera ha destapado un problema sanitario que alcanza a miles de ciudadanos. La mayoría de ellos no se queja de la atención médica, sino de la escasa atención humana y, sobre todo, de la discrepancia entre la espera real y los plazos que proclaman las instancias oficiales. He aquí siete experiencias en las que la espera se ha convertido en desesperación. - Un 'número' en tránsito en La Paz. Benito Peromingo (58 años, dos hijos) llama constantemente al hospital desde hace dos meses y medio, porque tienen que operarle de la espalda y nadie le dice cuándo. Ni siquiera sabe realmente si está en la lista. En noviembre del pasado año le dijeron que le tendrían que operar de la columna. El 16 de marzo le comunicaron que se encontraba en lista de espera. Pero ahora le dicen que ha dejado de estar en "la lista de quirófano" y que aún "no está en el ordenador". Él, que insiste en que no tiene quejas contra los médicos, sino contra el sistema, cree que su caso está "en tránsito" en el hospital La Paz, de Madrid. Aguarda angustiado a que, en cualquier momento, le llamen, aunque él no deja de telefonear para saber a qué atenerse. Según las últimas noticias, ya sólo hay un número por delante. Peromingo tiene graves problemas en cuello y espalda que le han obligado a pasar ya varias veces por el quirófano. Ahora lleva faja y, a ratos, también collarín. Se mueve con dificultad y sufre dolores constantes. El Ministerio de Trabajo le ha reconocido la incapacidad permanente total, lo que le permite una pensión de 49.184 pesetas al mes (el 55% de su sueldo de taxista). No entiende por qué no le dan la permanente absoluta. Su vida transcurre de consulta en consulta. Conoce bien cuánto se tarda en conseguir una cita para una radiografía o para cualquier otra prueba. Y se lamenta de llevar más de 30 años cotizando para recibir el trato económico y asistencial que está recibiendo.

- Citar a un muerto. El especialista del hospital Gregorio Marañón de Madrid pidió el 24 de mayo del año pasado una prueba para analizar la situación de Máximo Civera (68 años), al que le habían visto un soplo en el corazón. El 30 de marzo de este año llegó la citación. Pero Civera ya había muerto de embolia pulmonar. Sus familiares no achacan su muerte a la tardanza, pero se extrañan de que la citación tardara tanto y de que el hospital ni siquiera cruce sus propios datos, pues Máximo Civera murió el 15 de agosto del pasado año precisamente en ese centro.

- Un año para lograr una revisión ginecológica. M. C. tiene 52 años y unos bultos en el pecho que le molestan y, sobre todo, le preocupan. Así que hace un par de semanas se fue a su centro de salud, en Carabanchel (Madrid), y pidió una revisión. Se la han dado para mayo de 2001, lo que es especialmente inquietante si se tiene en cuenta que M.C. lleva dos años sin acudir al ginecólogo. No sabe qué hacer. "Otras veces me han dado cita para tres o cuatro meses, y me han entregado los resultados hasta seis meses después. Es la primera vez que tardan tanto. ¿Tendré que esperar después de mayo de 2001 unos cuantos meses más para tener los resultados?". Un familiar está indignado: "Si no es cáncer de mama no pasa nada y, si lo es, tampoco: ya se habrá muerto por no atajar antes el problema".

- Dos años para una operación de rodilla. Teresa Villas, de 75 años, llevaba dos años en lista de espera para una operación de rodilla en el hospital de Sant Boi de Llobregat (Barcelona) cuando optó por acudir a una clínica privada, donde la intervinieron en tan sólo 15 días. Era marzo del año pasado. Como ni ella ni su marido disponían de los seis millones de pesetas que costaba la operación, sus hijos tuvieron que pagarla. Antes de la intervención tuvo que internar a su marido en una residencia, porque el dolor de rodilla le impedía cuidarle. Al día siguiente de la operación, Teresa Villas, aunque con muletas, caminaba por primera vez en años. Afirma que si no hubiera recurrido a la sanidad privada, la espera para pasar por el quirófano se habría prolongado al menos seis años. Pero su periplo por consultas de médicos y hospitales no ha finalizado. Ahora está pendiente de una operación de vesícula. En el hospital de Sant Boi la han citado para octubre, pero los médicos reconocen que es un caso urgente y que la intervención debería hacerse antes. "Me han dicho que lo intentarán, pero no quieren comprometerse a nada. ¿Qué buscan, que mis hijos me paguen otra operación?", pregunta indignada.

- Condenado a la silla de ruedas.Faustino Pérez Galán, valenciano de 42 años, aguarda desde hace más de siete meses una operación de neurocirugía que le libere de la silla de ruedas a la que lleva años atado. A la angustia de una lista de espera que ya le resulta eterna, Faustino suma seis años de incapacidades físicas y dolores inaguantables, que asegura son fruto de una negligencia médica. Ahora, sólo una operación podrá hacer que recupere "el 80% de la movilidad". A raíz de un accidente de moto, en 1988, tras el cual le pusieron la anestesia epidural, este empresario empezó a sentir dolores en la espalda cada vez más fuertes. Años más tarde, una resonancia magnética descubrió la presunta causa. "No me explicaron nada, sólo me dijeron que perdía líquido de la médula espinal". En diciembre de 1993 fue objeto de una intervención en el hospital La Fe de Valencia, que le confinó en la silla. "Entré en el hospital de pie y salí hecho un zepelín", ironiza para quitar hierro. Nunca tuvo una explicación de qué había fallado. Y después todo ha sido una continua peregrinación de médicos, clínicas particulares y hospitales públicos. "Llegué incluso a andar con muletas gracias a un fisioterapeuta particular, a 5.000 pesetas diarias de sesión", dice. Finalmente, en una clínica particular de Barcelona le explicaron que tenía que volver a ser operado del mismo tumor intramedular, una especie de quiste de grasa que le estrangula la médula espinal, del que había sido intervenido en 1993. El pasado 11 de noviembre consiguió que le pusieran en la lista de espera del hospital General de Valencia. Y hasta le hicieron en febrero unas pruebas previas a la operación, que sólo sirven para tres meses y por tanto han caducado. Sobrevive a base de 14 pastillas diarias, entre tranquilizantes, analgésicos y somníferos. Se resiste a sentirse desahuciado. Pero a veces se hunde: "Que mi hijo quiera que le lleve a pescar y no poder hacerlo es muy fuerte".

- 16 meses para recuperar un brazo. Dieciséis meses de baja. Casi año y medio esperando explicaciones y una operación que presumiblemente ya no se producirá. La orensana Marta Seoane Envinas tropezó el 17 de febrero de 1999 y se rompió un brazo. Desde entonces sabe lo que es esperar. Ingresó en urgencias y fue escayolada. En el Complejo Hospitalario de Ourense no debieron de dar mucho crédito a los dolores y molestias de los que se quejó en los días posteriores, y tras meses de escritos y quejas al Servicio Galego de Saúde consiguió que le hicieran el pasado 9 de marzo un TAC en el hospital Xeral de Galicia. El parte médico refleja que sufre una fractura humeral, y ella sigue esperando una solución. Entretanto, no ha tenido más remedio que buscar salida en la medicina privada, a través de la cual está intentando un tratamiento contra el dolor y recuperar la fuerza en la mano. Pero su brazo derecho, aunque ya soldado, delata claramente un error que la sanidad pública no quiere admitir. Ante sus continuos escritos al Sergas, el servicio sanitario público gallego le respondió el pasado 13 de marzo: "Sin ánimo de polémica, hacemos especial hincapié en que los servicios sanitarios de la Seguridad Social no pueden garantizar todas las prestaciones técnicamente posibles a todos los ciudadanos de una manera inmediata, siendo preciso atemperar los medios a las necesidades presupuestarias". Marta explica, sin resignarse, que "ahora nos dicen que no hay listas de espera. Se limitan a decirnos que ya nos llamarán, y así van pasando los días". La paciente lleva asimismo esperando seis meses por una prueba de "polisonografía" (apnea del sueño) para la que aún no ha sido citada, en el mismo centro asistencial. Mientras aguarda respuestas de la sanidad pública, la privada ya le ha anticipado que la alternativa es "romperme el codo y volver a reconstruirlo". Y para colmo la mutua ya le ha advertido que tramita su expediente de jubilación a sus 48 años "porque creen que con una baja tan prolongada ya no volveré a reincorporarme en condiciones a mi puesto de trabajo". De baja y esperando una llamada, Marta prepara una denuncia por la vía penal contra los traumatólogos que la atendieron.

- "Si tienen problemas, vayan al ministerio". A L. A., de 73 años, vecina de Madrid, se le detectó a últimos de abril un cáncer de recto. El 22 de mayo, el cirujano dijo a la hija de L. A. en el hospital de la Princesa que la operación era urgente y que hasta no abrir no resultaría posible saber si existe metástasis. Pero las pruebas quedaron fijadas para el 9 y 27 de junio. La hija ha intentado acelerar el proceso, porque teme que no sea posible intervenir antes de julio, y entonces podría ser demasiado tarde. "Pero el cirujano me dice que él no está para gestiones en ventanilla, y que si tenemos problemas vayamos al ministerio", señala la hija. "Incluso me ha llegado a decir: 'Señora, esto es la Seguridad Social'. Pero a mí, hace 11 años, en la Seguridad Social, en una semana me operaron de cáncer de mama". La asociación Defensor del Paciente está dispuesta a llevar el caso a los tribunales por denegación de auxilio.

Esta información ha sido elaborada por Gabriela Cañas, Miguel Bayón (Madrid), Marta Costa-Pau (Cataluña), Francisco Sarria (Galicia) y Federico Simón (Valencia)

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