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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pista para el PNV

La propuesta parlamentaria presentada la semana pasada por los socialistas vascos para activar un diálogo entre nacionalistas y no nacionalistas puede considerarse un intento de contener el deterioro institucional tan crudamente manifestado el viernes en el Parlamento de Vitoria. El lehendakari y otras voces nacionalistas acogieron con alivio una oferta que puede facilitar su descenso de las nubes soberanistas al consenso autonomista. Pero la irrupción del llamado plan Benegas interfiere más que favorece ese propósito.La pérdida de autoridad del lehendakari no justifica los insultos que tuvo que oír el viernes, pero esos insultos no pueden servirle de coartada para ignorar que su pérdida de autoridad obedece a razones reales: miles de vascos cuya vida se ve afectada diariamente por las agresiones y amenazas de ETA y su entorno no se sienten representados por él, sobre todo después de conocer los compromisos asumidos por su partido y nunca explicados a los electores. El resultado es que sólo se aprueban las propuestas del Ejecutivo que EH quiere que se aprueben, y que el Parlamento vasco no encauza, sino encona los problemas.

Sin embargo, algunos gestos recientes de Ibarretxe, como el reconocimiento de que Lizarra ha quedado invalidado por ETA o el de su visita al pintor Agustín Ibarrola, víctima de los fanáticos, indican una voluntad de actuar como lehendakari y no sólo como portavoz del portavoz de su partido. La propuesta socialista de constituir una Mesa de todos los partidos que proclamen su renuncia a la violencia permite al PNV (y a EA) retirarse de Lizarra sin necesidad de abjurar de golpe de todo lo dicho en los últimos dos años.

La propuesta introduce como tema de discusión eventuales cambios en el marco político, siempre que se planteen desde el respeto a las reglas del juego democrático. Esa fórmula permitiría al PNV exhibir como un éxito propio que se admita la posibilidad de superar el Estatuto, sin que, por otra parte, pueda rechazar el principio de respeto a las reglas democráticas. Algo parecido dijo Aznar en su duelo parlamentario con Anasagasti en la sesión de investidura: todo se puede cambiar siempre que sea sin imposición, partiendo de la legalidad y desde el respeto a las reglas.

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Frente a quienes sostienen que es necesario hacer pagar al PNV su irresponsabilidad, es defendible la idea de quienes propugnan crear un marco que favorezca la reincorporación de ese partido al frente democrático. Como mínimo, la propuesta socialista favorece las posiciones que dentro del nacionalismo pugnan por un regreso al consenso estatutario. Sin embargo, consenso no significa que una vez más sean las fuerzas no nacionalistas las que tengan que ceder para ayudar a Arzalluz a salir del atolladero. No es posible dar una salida al PNV sin que este partido rompa con la dinámica soberanista de Lizarra. El mito de que son los nacionalistas quienes más arriesgan carece de sentido: lo que han venido ofreciendo a ETA es que sean los no nacionalistas quienes renuncien a sus convicciones, avalando la solución soberanista en una mesa constituida exclusivamente para ello.

Por ello urge que los socialistas aclaren cómo encaja su propuesta con el plan presentado por Benegas en la perspectiva de establecer un diálogo del Gobierno con ETA y la constitución de sendas Mesas (en Euskadi y Navarra) en las que se discutirían eventuales modificaciones del marco político. Mientras no haya síntomas de que ETA se plantea el abandono de las armas -como el IRA en su día-, este tipo de ocurrencias sólo sirve para estimular el delirio de omnipotencia de los terroristas. Sobre todo, la idea de que la paz tiene un precio, que es la renuncia de los no nacionalistas a sus ideas. Y llama la atención la dificultad del PSOE para mantenerse en una misma línea durante más de tres meses seguidos. En la campaña electoral se dijo que "nunca más" habría diálogo con ETA, "con tregua o sin tregua", porque ello equivalía a dejar la iniciativa en manos de los terroristas; y hasta ayer el mensaje era que había que llegar a un Pacto de Estado con el PP para hacer perder a ETA toda esperanza de sacar beneficios políticos de la violencia.

También se consideraba que para hacer volver al PNV al consenso había que dejarle clara la posibilidad de una alternativa de gobierno sin su presencia. Es posible que el plan de Benegas tenga alguna viabilidad en el futuro, cuando ETA decida abandonar la violencia, pero de momento crea confusión sobre la estrategia de su partido. Hasta el punto de que Manuel Chaves, como responsable máximo de la comisión política del PSOE, ha tenido que salir al paso respaldando públicamente la propuesta presentada por el secretario de los socialistas vascos.

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