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Crítica:ROCK - OASIS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El peso de su propio destino

Al final, los hermanos Gallagher parecen haber ido aprendiendo alguna que otra lección de madurez y profesionalidad en su fulgurante ascensión al sitio privilegiado al que fueron elevados, casi en volandas, a mediados de la década pasada y cuando sólo contaban con dos incontestables elepés. Con el paso del tiempo, los éxitos y los posteriores reveses, que no han sido pocos, aquella evanescencia pop que parecía señalar al éxito perfecto se ha ido transformando ahora, y con la llegada de dos nuevos componentes a la banda, en una actitud pretendidamente más rockera y en una soltura escénica que, desde luego, no remite en lo más mínimo al tradicional concepto del dandy británico, sino más bien al del brusco palurdo inglés, que se siente orgulloso de serlo y, aparte de un perfil de hooligan, unas necesidades vitales de poca exigencia cultural. Lo que significa que la elegancia no se compra con fama ni dinero.Abriendo boca en su concierto en Madrid, los gibraltareños Melón Diesel hicieron un repertorio de 45 minutos con poquísimo sonido. No obstante, consiguieron calentar con su música, tan personal como indefinida, a una audiencia que en esos momentos apenas llenaba la mitad del recinto. Este cuarteto multivendedor (más de 100.000 copias vendidas de su primer disco, La cuesta de Mr. Bond) defendió enérgicamente sus canciones, todas ellas coreadas por el público, y en particular el tema Contracorriente provocó el entusiasmo colectivo.

Oasis y Melón Diesel Oasis: Liam Gallagher (voz), Noel Gallagher (guitarra y voz), Gem N

(guitarra), Andy Bell (bajo), Alan White (batería) y Zeb Jamison (teclados). Plaza de toros La Cubierta de Leganés. 3.800 pesetas. Madrid, viernes 19 de mayo.

A las diez en punto de la noche, y mientras sonaban los acordes del tema instrumental que abre su último disco, Standing on the shoulder of giants, los hermanos Gallagher encaraban a un público ya bien dispuesto y que poco a poco había ido llenando el local hasta cubrir más de los dos tercios de aforo. El primer sencillo, Go let it out, fue el encargado de iniciar el enorme globo en que se transformó el tradicional sonido del grupo. Éste pasó a ser ampuloso, excesivo, tremendamente solemne; eso sí, aunque no del todo exento de las aristas cortantes del rock de guitarras. Liam deambulaba por el escenario con aspecto de pendenciero de taberna, con un lado agradable -ésa debe ser su idea de ser auténtico-. Mientras, su hermano Noel ponía la sobriedad del clásico guitarra rockero con una estampa cada vez más madura y verosímil. En cuanto al resto de la banda, tocaron bien y fueron los comparsas ideales para esta pareja de polémicos creadores.

Sabiamente, el repertorio pasó algo de puntillas por los temas nuevos, situando de modo estratégico aquellas canciones del grupo que nunca fallan y que, en comparación con sus anteriores visitas a España, eran interpretadas con más resolución y energía. Supersonic y Shaker Maker, cantadas por el solista, que lucía una camisa enorme y una pandereta blanca de la que nunca se separó, dieron el relevo a Noel como cantante, que hizo una magnífica interpretación de Sunday morning call, mostrando sus posibilidades como solista en caso de que el grupo flaquee alguna vez. Tras ellas y unos temas más allá, el grupo procedió a la descarga de lo mejor de su historia: el máginifico Wonderwall, y fueron enfilando hacia un brillante final con Don't look back in anger y Live forever. Para los bises dejaron las versiones y uno de los temas más brillantes del grupo: el casi autobiográfico Rock'n'roll Star. A pesar de que el éxito del concierto es innegable, durante todo el tiempo dio la impresión de que Oasis vive creativamente preso de ese destino impuesto, que les ha obligado siempre a defenderse como la más grande banda pop británica después de los Beatles. Y ésa es una responsabilidad muy grande, aparte de que hasta de los Beatles puede llegar a quedar uno harto. Incluso a ellos también les puede pasar.

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