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París y Berlín quieren recuperar el liderazgo de la Unión Europea

Pilar Bonet

Alemania defiende un "centro de gravitación" como "locomotora" y "vanguardia" de Europa

Con el ministro de Exteriores, Joschka Fischer, como abanderado, Alemania pretende recuperar un papel de vanguardia en la construcción de Europa tras un periodo a la deriva. El tándem franco-alemán es el eje de la visión europea que Fischer expuso el viernes en la Universidad Humbold de Berlín. Para dar fe de esta recuperada vocación europeísta, el canciller Gerhard Schröder y Fischer se entrevistarán el viernes en Rambouillet, a las afueras de París, con el presidente francés, Jacques Chirac, y el jefe del Gobierno, Lionel Jospin. La reunión se centrará en la preparación de la próxima presidencia francesa, que en la Conferencia Intergubernamental deberá sentar las bases de las reformas institucionales para la ampliación de la UE. Fischer se entrevistó ayer en Berlín con los dos comisarios alemanes en la UE.

En un discurso anunciado como programático, el ministro recicló el viernes algunas de sus propias ideas del pasado (un Parlamento Europeo con dos Cámaras y una Constitución europea) y las ideas de los padres y teóricos de la construcción de Europa. La novedad consistió en haber organizado estas ideas en un esquema sistemático y en haberlas lanzado a la palestra de una manera directa y ensambladas en torno a las preguntas esenciales para un renovado debate. El discurso fue también la respuesta del ministro a los muchos reproches personales que los medios de comunicación alemanes le han hecho en los últimos tiempos por haber perdido su energía tras la "inyección de adrenalina" que supuso gestionar la crisis de Kosovo y la presidencia alemana de la UE en 1999.

Fischer, curándose en salud, dijo hablar como "convencido europeo y parlamentario alemán", y se pronunció a favor de una Europa federal que no cuestione el Estado nacional, pero que establezca una división de competencias entre éste y el nivel europeo. El modelo federal que propone el ministro ya había estado en el temario del canciller Helmut Kohl, quien acabó arrinconando la idea. Fischer quiere un Parlamento y un Gobierno europeos que ejerzan, respectivamente, el poder legislativo y ejecutivo en el marco de la federación basada en un tratado constitucional. Una de las Cámara del Parlamento estaría compuesta por diputados que a su vez serían diputados de sus Parlamentos nacionales. La otra, por senadores elegidos directamente por los Estados miembros o sería semejante a la del Bundesrat alemán, que aúna a representantes de los länder. Para el poder ejecutivo, Fischer contempla dos opciones: o bien el desarrollo del Consejo Europeo en un Gobierno europeo o bien un presidente directamente elegido con "amplias competencias ejecutivas". En respuesta al doble desafío de ampliar y profundizar la UE, Fischer reflexiona sobre la inevitable diferenciación que se producirá en el seno de los Estados miembros.

A las ideas de Jacques Delors para formar una federación de los seis Estados fundadores para reformar a fondo las instituciones europeas, o la visión de un "núcleo europeo" de los democristianos Karl Lamers y Wolfgang Schäuble, Fischer contrapone un "centro de gravitación". El ministro no responde a las preguntas de cuándo, quién y cómo se formará ese "centro de gravitación", pero sí afirma que "ningún proyecto europeo resultará en el futuro sin una profunda colaboración franco-alemana". Fischer concibe un proceso de dos o tres fases que durará una década y que comenzará con la "cooperación reforzada" entre los Estados que quieran colaborar más estrechamente que otros, como ya sucede en la Unión Económica y Monetaria. Después vendría el "centro de gravitación" o "vanguardia" y "locomotora" de la integración política, cuyos miembros concertarían el nuevo tratado fundacional, que sería "el núcleo de una Constitución de la federación". Sobre la base de ese tratado se formaría un Gobierno que "hablaría con una voz" en nombre de los miembros del grupo, un "Parlamento fuerte" y un presidente "directamente elegido". El último paso del proceso integrador es la federación europea, señalaba Fischer, quien advertía de que para pasar a un tratado constitucional y a la total integración se necesita "un acto consciente de nueva fundación política de Europa". Aunque Fischer toma todas las precauciones para neutralizar las susceptibilidades (especialmente de países como el Reino Unido), sus tesis provocan numerosas preguntas;entre ellas, cuáles serían las funciones y prerrogativas del eventual presidente europeo elegido por sufragio universal.

Para el politólogo Josef Janning, que dirige un grupo de investigación sobre Europa en el Centro de Investigación Política Aplicada de Múnich, la idea de "centro de gravitación" de Fischer es un concepto abierto "que, a diferencia de otras ideas existentes, no comienza por fijar el fin del proceso, sino el principio del mismo". Uno de los méritos de Fischer, dice Janning, es haber sido capaz de abordar la construcción europea con ideas que el SPD, el partido eje de la coalición gubernamental, se mostraba reticente a utilizar porque habían sido manejadas anteriormente por la CDU.

La transformación de la Europa de los 15 en la Europa de los 27 e incluso de los 30 miembros en el transcurso de los próximos 10 o 15 años hace que las instituciones actuales no sean operativas. En una entrevista con el semanario Der Spiegel, Fischer ha dicho que las consecuencias a extraer de esta premisa son "la formación de una democracia europea soberana y el desarrollo total del parlamentarismo".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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