Un equipo de dos que piensa como uno
Woody Allen y su directora de reparto, Juliet Taylor, revelan en una conversación su proceso en la selección de los actores
El encuentro tiene lugar en las oficinas de su productora en Park Avenue y, entre mutuos halagos, hablan de su trabajo en común, que dura ya 25 años. A continuación se ofrece un extracto de la conversación grabada.Juliet Taylor. A menudo, antes de que Woody escriba un guión, me llama por teléfono y me comenta la idea, pensando ya en quiénes podrían ser los actores.
Woody Allen. Por lo general, procuro no poner nada en el guión que te influya, para que lo leas sin tener ni la más remota idea, en la medida de lo posible, de en quién estoy pensando.
Taylor. Pero nunca aplazas el rodaje de una película por un actor, lo que no suele ser muy frecuente. La mayoría de los directores dicen "bueno, si puedo contar con fulanito o menganito, haré la película dentro de un año". Tú sigues adelante pase lo que pase.
Allen. Porque las películas no dependen de que un actor acepte o no. Puede que espere si un actor me dice "estaré disponible dentro de cuatro semanas", pero esperar a alguien que me dice "no puedo hacerlo este año", no me interesa en absoluto.
Taylor. Pero lo hacen muchos directores. Y si quisieras tener un reparto absolutamente perfecto, podrías hacerlo. Aunque siempre he pensado que era bastante interesante que no lo hicieras, y que demostraba cierta seguridad en ti mismo.
Allen. Si puedo tener a la persona perfecta dentro de un plazo razonable, estupendo. Si no, me las arreglo como puedo. Porque siempre puedes preguntarte qué pasaría si a ese actor o a esa actriz les atropellara un camión. ¿Dejarías entonces de hacer la película?
Taylor. También creo que no has querido verte atrapado en todo el ritual de hacer que tu película gire alrededor de un actor, porque hay mucha otra gente que determina el futuro de una película. Siempre creo que te resistes en cierto modo a que otra persona te marque las pautas.
Allen. Y ha sido simplemente cuestión de suerte que mis películas se hayan financiado siempre, independientemente de quién saliera en ellas. Conozco a muchos directores cuyas películas dependen por completo de poder contar con tal o cual actor o actriz, porque sólo en ese caso consiguen la financiación. Yo nunca he tenido ese problema. Así que cojo a la mejor persona que puedo coger. Y si la mejor persona es un completo desconocido sin antecedentes, pues vale. Y si la mejor persona es una gran estrella, pues también vale.
Taylor. ¿No crees que ahora lo planeamos todo con un poco más de anticipación que en los viejos tiempos?
Allen. Creo que he llegado a un punto contigo en el que trato de avisarte, porque en otras ocasiones eras tú la que me advertía "mira, vas a rodar en otoño y se están haciendo muchas películas". Así que si conforme escribo se me ocurre algo que puede ser genial para alguien en particular, no me importa decírtelo. Y así puedes enterarte de si la persona en cuestión está libre o no, o si se va a ir de viaje, o si le interesaría trabajar sin cobrar. Ya sabes, trabajar conmigo lleva implícitas muchas restricciones. No se gana mucho dinero.
Taylor. Pero a los actores les encanta trabajar contigo.
Allen. A algunos sí, pero también hemos tenido no pocos rechazos.
Taylor. Sí, ha habido veces en que la gente no ha aceptado. Pero el historial es fantástico, porque todos salen maravillosos en tus películas.
Allen. Si salen bien es porque suelen encajar en sus papeles. Aunque la película sea horrible y yo lo líe todo, los papeles les van bien. Quiero decir que no se les pide sólo que conduzcan coches o hagan acrobacias o efectos especiales, ni cuenten chistes tontos o infantiles.
Taylor. Pero tú no sólo escribes grandes papeles, también sabes sacar la mejor interpretación de cada uno.
Allen. Bueno, les doy mucha libertad en ese sentido. Confío mucho en el instinto de los actores. Y si les animas a ser creativos, hacen cosas estupendas por las que acabo llevándome yo el mérito. Al final, son ellos los que en realidad me hacen quedar bien a mí.
Taylor. Otra cosa que ha funcionado muy bien -aunque a ellos les gustaría ganar miles de millones de dólares- es que el dinero es el mismo para todos. Todos cobran lo mismo.
Allen. Sí. Casi nada. Si la gente quiere trabajar conmigo es por motivos que no tienen nada que ver con el dinero. Y también tengo que tener suerte, como bien sabes. Porque a lo mejor han acabado un trabajo en el que ganaban 10 millones de dólares al día y están esperando cobrar otro tanto en el próximo, pero tienen ocho semanas libres.
Taylor. Es cierto, hay que cogerlos en el momento adecuado. También tratamos a veces de arreglar las fechas para que después puedan irse a rodar una superproducción.
Allen. Exacto. Procuramos hacer todos los arreglos que les vengan bien, excepto uno: aplazar la película.
Taylor. Volviendo al proceso de selección, Woody, me llamas y me cuentas tus ideas. Entonces hablamos sobre los posibles actores. Luego tú sigues escribiendo y después volvemos a hablar. Y te digo nombres que creo que pueden ir bien.
Allen. Y a menudo digo "nunca he oído hablar de esa persona". Porque Juliet está al corriente de todo el mundo que sale en televisión, de toda la gente de Broadway y de fuera de Broadway, y yo no. Así que cuando le doy un guión y hay, digamos, 10 papeles principales, ella me da una lista muy jugosa con opciones viables para cada papel. A algunas de las personas las conozco porque todo el mundo las conoce, y de otras muchas no he oído hablar en mi vida.
Recuerdo perfectamente dos veces en que escribí un guión y te lo di: una fue con Interiores, cuando me presentaste a Mary Beth Hurt, que empezaba a ascender en su carrera. En cuanto entró en la habitación, se notó en el ambiente. Quiero decir que ni siquiera tuvo que hablar. Era absolutamente perfecta. Pasó lo mismo con Chazz Palminteri en Balas sobre Broadway. Todavía no se había estrenado Una historia del Bronx y yo nunca había oído hablar de él. Y en cuanto entró por esa puerta, vi lo que yo había escrito, aquello en lo que yo había estado pensando sin saber siquiera que existía. Otras veces propone a gente muy famosa. Como cuando estábamos haciendo las pruebas para Hannah y sus hermanas, y mencionaste a Max von Sydow, ¿recuerdas? como una posibilidad más (a veces nos pasamos horas diciendo nombres). En cuanto Juliet dijo su nombre, ya no hubo más que hablar. Pensamos: "Tiene que ser él".
Taylor. No siempre resulta tan fácil hacerte recurrir a gente nueva.
Allen. No, ya lo sé.
Taylor. Es una lucha constante, pero estás haciendo progresos.
Allen. Juliet ha insistido para que cogiera a gente nueva durante años. Pero a mí no me gusta cambiar. Así que si he trabajado bien con una persona, me gusta repetir. No me gusta conocer gente nueva. No me gusta nada tener que seleccionar a los actores. No me gusta el proceso. Me siento en una habitación y la gente entra y le damos algo para que lo lean, o nos limitamos a hablar con ellos. Todo eso me crispa los nervios y me resulta desagradable.
Taylor. Cuando conocí a Woody, era la ayudante de Marion Dougherty, que estaba trabajando en el reparto de Bananas. Por aquel entonces, ni siquiera eras tú el que hacía las pruebas. Te sentabas en una silla en un rincón y tu productor hablaba con los actores. ¿Te acuerdas? Te sentías tan incómodo.
Allen. Después de muchos años, tuve que aceptar hacerlo. Pero no tenía nada que decirles. Cuando entran en la habitación, suelen tener la sensación de que la cosa no va bien porque todo es muy rápido. Pero lo único que quiero es conocerles un poco.
Taylor. Woody piensa "van a estar encantados de que sólo les haga perder un minuto de su tiempo", pero todos quieren sentarse y conocerle de verdad.
Allen. Y a mí no me gusta hacerlo. No saco nada en claro. Juliet siempre me está diciendo: "La que viene ahora acaba de ganar un Tony y es muy buena. Pídele por favor que se siente un momento". Pero normalmente le doy la mano y la prueba dura 35 o 40 segundos. Les digo que vamos a hacer una película y que Juliet pensó que irían bien para un papel, y que sólo quería verles. De vez en cuando, les hacemos leer.[...]
Taylor. Woody, más que cualquier otra persona con la que he trabajado, reacciona inmediatamete ante un actor. Es como lo que acabas de decir sobre Mary Beth. Cuando alguien entra en la sala, antes incluso de que abran la boca, ya sabes perfectamente si es la persona adecuada.
Allen. Sí, pero no te olvides de que soy el autor del guión.
Taylor. Te fías de ese instinto más que la mayoría de la gente con la que he trabajado.
Allen. Bueno, para mí es genial cuando me mandas a alguien que es, ya sabes, perfecto. Me parece más fácil conseguir lo que quiero de un tipo que encaja en el personaje en un 90% y es capaz de actuar un poco, que en alguien que no encaja tanto y que es un magnífico actor. [...]
Taylor. Llevamos más de 25 años juntos. Supongo que entiendo de verdad los gustos de Woody. Pero sin lugar a dudas examinas mucho más a fondo a quien crees que es bueno para un papel de lo que lo hacen el resto de los que se dedican al negocio del cine.
Allen. ¿A quien creo que es bueno?
Taylor. A quien te interesa. A menudo la estrella de cine que todos los demás quieren, a ti no te interesa en absoluto.
Allen. Pero eso ocurre en cualquier trabajo. Hay unos pocos buenos, muchos mediocres y algunos malos. Hay muy pocos actores y actrices realmente buenos, gente a la que no dejas de ir a ver cada vez que hace una película.
Taylor. ¿Quieres dar nombres?
Allen. Bueno, nunca en mi vida me he perdido nada de lo que ha hecho Marlon Brando, porque la fuerza de su interpretación era -y es- muy especial, extraordinaria. Reinventó la interpretación. Quiero decir que su contribución a mi vida en el mundo del teatro y las películas ha sido fantástica, mucho mayor que la de la mayoría de dramaturgos y directores, y que la de todos los actores.
Taylor. Pero nunca intentaste trabajar con él.
Allen. No, pero porque nunca ha habido nada que le fuera bien. Estoy seguro de que me intimidaría. Sabes, suelo sentirme intimidado por mucha de la gente con la que he trabajado a lo largo de los años.[...]
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