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El hijo de Asad toma el mando de la transición en Siria

Bachar el Asad será nombrado jefe del partido Baas para sustituir a su padre

Bachar, hijo del presidente Hafez el Asad, ha empezado a pilotar las reformas con las que se pretende modernizar Siria. La carrera política de este médico oftalmólogo frustrado culminará el próximo junio cuando el congreso del partido gubernamental Baas, columna vertebral del régimen de Damasco, lo nombre su máximo responsable, allanándole así el camino para que un día suceda sin sobresaltos a su padre, aquejado de una larga y misteriosa enfermedad.

Bachar el Asad se ha convertido ya, a sus 35 años, en un cachorro agresivo y ambicioso, digno sucesor de su progenitor, el León de Damasco. Su carrera meteórica, que se inició hace seis años cuando su padre le obligó a abandonar los estudios de oftalmología, que estaba realizando en Londres, y le ordenó regresar a Siria para nombrarlo teniente coronel, designarlo oficiosamente su sucesor y reemplazar el vacío dejado por su hermano Basel, que acababa de fallecer en un accidente automovilístico, parece estar llegando a su madurez.Como si se tratara de un ensayo general, Bachar acaba de tomar los mandos de una ambiciosa operación de renovación y reformas de la Administración de su país, con la que se pretende poner fin a la corrupción y sentar las bases de una nueva estructura civil que permita atraer las inversiones económicas internacionales y sacar a Siria del atolladero y de la crisis en la que se encuentra postergada.

La operación, diseñada con cautela y meticulosidad, tuvo su prólogo el pasado octubre, cuando Bachar, como teniente coronel del Ejército, dirigió las tropas que destruyeron el puerto y el palacete de Latakia, propiedad de su tío Rifat, convertido desde hace años en un rival político peligroso y ambicioso, responsable a su vez de una importante red de tráfico de drogas y contrabando de armas, reiteradamente cortejado por los agentes del Mosad, el servicio secreto israelí.

Bachar el Asad dio el siguiente paso el pasado marzo, cuando en un golpe palaciego obligó al entonces primer ministro, Mahmoud al Zohbi, a presentar la dimisión poniendo de esta manera fin a cerca de 21 años de ejercicio del poder en primer plano, 8 de los cuales los desempeñó como presidente del Parlamento y los otros 13 restantes como jefe del Gobierno. Las intrigas y maniobras de Bachar han asegurado una despedida trágica a Zohbi, que en los próximos meses se sentará en el banquillo de los acusados de un tribunal de Damasco para responder de los delitos de malversación y corrupción, de los que su propio hijo es uno de los primeros beneficiados y que han venido costando diariamente a las arcas del Estado 50.000 dólares (poco más de nueve millones de pesetas), según aseguraba ayer la prensa local.

El futuro sucesor de Asad tiene, sin embargo, especial cuidado en no ensuciarse las manos en esta operación de limpieza, por lo que la está actuando a través de personajes interpuestos y muy especialmente mediante el nuevo primer ministro, Mustafá Miro, un funcionario dúctil, gris, modesto y obediente que hasta hace pocos meses era gobernador de la provincia de Alepo y que con la ayuda de Bachar logró desbancar a los que trataban de colocar al ministro de Exteriores, Faruk al Shara, al frente del nuevo Ejecutivo.

Purgas

La Operación Manos Limpias, que amenaza con arrastrar hasta la cárcel a otros importantes dignatarios del país, se complementa con otra calculada maniobra con la que se pretende purgar y revitalizar las filas y los cuadros del partido gubernamental Baas, que desde hace cerca de 15 años permanece en estado cataléptico, después de haber postergado uno tras otro los congresos quinquenales previstos en los estatutos fundacionales.

El congreso del partido Baas, que se ha convocado en Damasco entre el 17 y el 22 de junio próximos, elegirá a Bachar como máximo responsable, sucediendo así a su padre en el mando de la principal organización política del país, según se asegura en círculos de la capital siria difundidos por la prensa de Beirut. Con este nombramiento, el hijo de Hafez el Asad contará con el respaldo político suficiente como para poder suceder en su día, con tranquilidad y sin sobresaltos, a su padre.

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