El Ejército de Guatemala fichó a más de 650.000 personas por considerarlas un peligro para el Estado
Nunca imaginaron los guatemaltecos el grado de perseverancia con el que el Ejército se aplicó a las tareas de control de la población en las últimas dos décadas. Una base de datos dada a conocer ayer muestra que 650.428 ciudadanos, más del 6% de una población de casi 11 millones, fueron fichados por los voraces servicios de espionaje militar. Políticos y sindicalistas, pero también generales y amas de casa engrosan un listado más largo que la guía telefónica nacional. Los expertos tratan de dilucidar la trascendencia real de estos archivos, cuya divulgación coincide con el estallido de graves pugnas dentro del Gobierno.
La existencia de esta base de datos fue dada a conocer por la Secretaría de Análisis Estratégicos (SAE, el servicio de inteligencia civil). Su responsable, el periodista y ex activista humanitario Edgar Gutiérrez, asegura que el archivo figuraba en el disco duro de uno de sus ordenadores. Nadie conoce exactamente su procedencia, ni por qué fue a parar ahí. Sí se sabe que fue introducido en los ordenadores de la SAE entre diciembre de 1995 y enero de 1996, un año antes de la firma de los acuerdos que pusieron fin a 36 años de guerra entre el Gobierno y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).La sospecha es que se trata de una base de datos recopilada por la Inteligencia Militar en los años ochenta y que alguien rescató de la destrucción estipulada por los acuerdos de paz. El traspaso a la SAE se produjo durante la transición entre los gobiernos de Ramiro de León Carpio y Alvaro Arzú.
Códigos
Todo esto se tendrá que investigar ahora. Tal y como ha sido presentado, el archivo no tiene especial relevancia: es un simple listado de nombres y apellidos. Hay sin embargo una serie de códigos que aún no han sido descifrados, y que podrían servir para cruzar estos nombres con otras informaciones.
Lo que está claro es que no hacía falta ser un activista destacado, ni siquiera mayor de edad, para ser fichado. Todos cupieron en la lista: desde defensores de los derechos humanos, como el brutalmente asesinado obispo Juan Gerardi, hasta militares acusados de genocidio, como el general golpista Efraín Ríos Montt, que gobernó Guatemala entre 1982 y 1983.
La base de datos ha sido ahora transferida a la Procuraduría de Derechos Humanos, que la acaba de poner a disposición del público. Decenas de ciudadanos se han acercado para ver si su nombre figura en la lista. El trámite es rápido: basta rellenar un formulario y esperar cinco minutos. La existencia del archivo ha generado más curiosidad que alarma. Y ha dado, desde luego, una dimensión de la maraña obsesiva en la que se envolvió el Estado para controlar a la población durante los regímenes militares de la década de los ochenta.Con todo, la publicación de este archivo no ha dejado de suscitar recelos. Numerosos analistas consideran que su divulgación es una batalla más en la guerra por el poder que enfrenta al presidente del Gobierno, el populista Alfonso Portillo, con el partido que lo apadrinó, el derechista Frente Republicano Guatemalteco (FRG), fundado por el general Ríos Montt.
De hecho, la divulgación de esta base de datos se produce después de una dura ofensiva por parte de los legisladores del FRG (que controlan el Congreso bajo la batuta del militar golpista) contra el Ejecutivo, a raíz de los graves disturbios ocasionados por la subida de los precios del transporte en la capital del país, que dejaron al menos cinco muertos el pasado 27 de abril.
La crisis puso contra las cuerdas tanto al propio Portillo como a su equipo más directo: el ministro de Gobernación y el jefe de la SAE, Edgar Gutiérrez, a quienes el FRG quiere desplazar para poner a "gente más calificada" y procedente, por supuesto, de sus filas. No es casualidad que Gutiérrez destapara el archivo en una inopinada conferencia de prensa convocada, horas antes de que tuviera que comparecer ante los diputados. Además de servir para ocupar las primeras páginas, el anuncio llevaba dedicatoria, al sacar de nuevo a la luz los negros tiempos de la represión, en la que Ríos Montt participó de lleno.
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