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La crisis entre Ejecutivo y Congreso se cobra la dimisión de un ministro colombiano

"Dos victorias: rodó la cabeza del sobornador del Congreso y el referendo quedó en manos del pueblo", dijo ayer la senadora Ingrid Betancurt, abanderada de la lucha contra la corrupción, al conocer la renuncia del ministro colombiano del Interior, Néstor Humberto Martínez, y el anuncio de quitar de las manos del Congreso el proyecto de referendo para cambiar las costumbres políticas del país, que se sacará adelante por la vía de la consulta popular.

La convocatoria del referéndum, que incluye la disolución del Congreso, la hizo el presidente Andrés Pastrana a comienzos de abril tras destaparse un nuevo escándalo de corrupción que puso en la picota pública a las directivas del Congreso. Pero el camino a la reforma lo debían aprobar los mismos diputados. Ahora, será una consulta popular la que autorice o no las reformas a Pastrana. Los liberales, partido de oposición, y algunos conservadores respondieron denunciando que en el Ejecutivo también campeaba la corrupción. Amenazaron con incluir en el proyecto la disolución del Gobierno. Algunos analistas no dudaron en calificar esta contraofensiva de la clase política -basada en el interés de defender sus escaños- como la "amenaza más seria contra un Gobierno" en la historia reciente de Colombia. Las noticias de ayer se conocieron a las tres de la tarde, hora local, momento en el que estaba planeado una moción de censura contra el ministro saliente, acusado por el grupo liberal de ser el artífice de negociaciones de prevendas y favores a cambio de apoyo a proyectos gubernamentales. Ayer, en los corredores del Congreso, corría con más fuerza el rumor de los últimos días: que el Ejecutivo tiene interés en "cerrar al Legislativo". En la madrugada de hoy, hora peninsular española, los liberales se declararon en sesión permanente para "salvar las instituciones".

"No quiero ser juzgado por quienes se oponen al cambio de las viejas costumbres políticas", dijo Martínez en su carta de renuncia. La verdad es que desde hace días se veía que el Gobierno no iba a permitir que fuera el Congreso el que tumbara su carta política, y que para salir de la encerrona de los liberales -protagonistas de escandalosos casos de corrupción en los últimos años- no había camino distinto al de entregar varias cabezas.

La semana pasada renunció el ministro de Salud, Virgilio Galvis, antes de rendir cuentas al Congreso por actos corruptos; y, ayer, el presidente aceptó la renuncia de su secretario luego de un bochornoso debate en el Congreso.

El nuevo ministro del Interior es Humberto de la Calle, actual embajador en el Reino Unido, ex embajador en España y ex ministro del Interior del Gobierno de César Gaviria. De la Calle renunció a la vicepresidencia del Gobierno liberal de Ernesto Samper, envuelto durante sus cuatro años de mandato en un narcoescándalo. "Mi mensaje es el de la conciliación", fue lo primero que dijo desde Londres el nuevo ministro, restándole importancia al rumor del cierre del Congreso.

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