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Pocas respuestas ante los nuevos desafíos

El caso Microsoft será una de las patatas calientes que Al Gore o George Bush tendrán encima de la mesa del Despacho Oval en enero del 2001, cuando uno de los dos tome posesión como presidente de EE UU. Gore y Bush no se pronuncian sobre el contencioso. Pero no es sólo Microsoft. Los programas de Gore y Bush están muy alejados de la realidad de unos EE UU que, como prueban sus índices de crecimiento, vive una auténtico cambio social desencadenado por la revolución tecnológica de los ordenadores, Internet y la genética. El próximo presidente tendrá que lidiar con una larga serie de temas relacionados con la nueva economía. Éstos son algunos de ellos:

- Concentración de poder digital. La fusión de Time-Warner con America Online es percibida como el nacimiento de un monopolio en materia de contenidos y distribución. Así lo denuncia Microsoft, pero también Walt Disney, cuya cadena de televisión ABC acaba de ser bloqueada ilegalmente por la red de cable de Time-Warner.

- Impuestos en Internet. En EE UU rige una moratoria sobre la imposición del comercio electrónico, pero muchos gobernadores de Estado, demócratas o republicanos, temen que su crecimiento, en detrimento de las tiendas tradicionales, termine mermando sus ingresos fiscales.

- Foso digital. Las clases medias y ricas blancas tienen mucho mayor acceso a los ordenadores y el ciberespacio que los negros e hispanos. A los republicanos parece tenerles sin cuidado, pero no a los demócratas. Gore quiere conectar todas las escuelas a Internet para que no crezca el foso que ya separa a las clases en Estados Unidos.

- Privacidad en la red. Los datos sobre los ciudadanos acumulados en Internet causan inquietud sobre la pérdida de privacidad.

- Alimentos transgénicos. Los europeos ofrecen gran resistencia a los alimentos modificados genéticamente en EE UU. Clinton acaba de aprobar una medida cosmética; el etiquetado de los productos que no son transgénicos. Es dudoso que eso tranquilice a los europeos, y puede ser el germen de una compleja guerra comercial trasatlántica.

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- Genoma humano. Clinton y Blair se han pronunciado a favor del acceso universal a las investigaciones sobre el genoma humano. Pero las firmas privadas como Celera, que llevan la delantera, desean reservarse el derecho a patentar y explotar las aplicaciones médicas de sus estudios.

- Clonación. Desde el nacimiento de la oveja Dolly, la posibilidad de crear por clonación un ser humano no es ciencia-ficción. Gore y Bush comparten la idea de prohibir que se destinen fondos federales a estudios sobre clonación humana. Gore hizo el ridículo cuando cometió el error de proclamarse "inventor de Internet", pero es obvio que en todos estos asuntos le lleva ventaja a Bush. No obstante, la clase política de EE UU evidencia un manifiesto desfase con relación a la realidad de la revolución digital. Lo ha subrayado el ex candidato presidencial republicano John McCain en declaraciones a The Wall Street Journal: "Washington sigue viviendo en la era industrial".

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