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La contaminación por alpechín en Jaén ha bajado a la mitad tras invertir 50.000 millones en 10 años En la última campaña tan sólo se denunció a 16 almazaras por agredir al medio ambiente

Las fuertes inversiones acometidas por el sector oleícola, con algo más de 50.000 millones de pesetas en la última década, han tenido como consecuencia directa una reducción importantísima de la contaminación medioambiental en la provincia de Jaén. Si en la campaña de aceituna correspondiente a la temporada 1990-1991 se llegaron a denunciar a un total de 121 empresas por vertidos, en la última la cifra se ha reducido a tan sólo 16. Pero, lo que es realmente clarificador, la carga contaminante de los vertidos de hace diez años está ahora en menos de la mitad.

La contaminación que genera el alpechín se mide a través del parámetro denominado Demanda Química de Oxígeno (DQO) de un vertido, que en 1990 se situó en un máximo de 130.000 miligramos por litro y en 2000 se ha quedado en 46.500.Jaén cuenta con 330 almazaras en activo que, a la postre, han provocado el mayor problema medioambiental de la provincia con su labor industrial. En ellas se transforma la aceituna en aceite y el alpechín resultante ha contaminado cauces públicos y tierras por toda la provincia. La Delegación de Medio Ambiente ha tramitado en los últimos diez años 714 denuncias ante la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir por vertidos a ríos, por filtraciones en las balsas de almacenamiento o por roturas en las conducciones. De esta cifra, sólo 47 corresponden a las dos últimas campañas.

Los datos de menor contaminación coinciden con los años de mayor esfuerzo inversor del sector. En 1996, según datos de la Delegación de Agricultura, la inversión en las almazaras alcanzó los 10.000 millones de pesetas y es a partir de ese momento cuando se reducen las denuncias y la carga contaminante de los vertidos que aún se producen. "Las almazaras han hecho un gran esfuerzo que ahora se ve recompensado", subraya la jefa del servicio de Protección Ambiental de la Junta en Jaén, Carmen Cano. El factor determinante en la modernización de esta industria ha sido la ayuda de la UE a través del fondo Feoga-Orientación, al que se han sumado tanto la Junta de Andalucía como el Gobierno central.

Las inversiones realizadas por las almazaras están destinadas a la modernización de sus estructuras y una gran parte de ellas se orientan al cambio de un antiguo sistema de producción de tres fases por el más moderno de dos. La consecuencia directa de esta renovación ha sido la disminución de alpechín.

Los mayores beneficiarios de la reducción de la contaminación han sido los ríos. De las 50 denuncias registradas en la campaña 1996-97 se ha pasado a seis en la que concluyó a principios de año.

Medio Ambiente realiza al inicio de cada campaña de recogida de aceituna una inspección por las almazaras que van a funcionar para comprobar sus instalaciones. Un control más que deben pasar es el derivado del Reglamento de Calidad del Aire de 1996, que obliga a que estas actividades se sometan a mediciones.

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Sustancia negra

El alpechín es una sustancia altamente contaminante que se convertía en pesadilla para todo interesado en el medio ambiente en cuanto comenzaba a recogerse la aceituna en las provincias olivareras, por tanto, fundamentalmente en Jaén. Se obtiene mediante el proceso de conversión de la aceituna en aceite dentro de la almazara. Su color negro ha llenado de lunares los campos de la provincia. El sistema utilizado para deshacerse del mismo ha sido la construcción de grandes balsas en las que permanece todo el año esperando que el calor del sol convierta el líquido alpechín en un elemento sólido. Esta sustancia ha salido de las almazaras con complejos sistemas de hasta tres fases, una práctica ya casi abandonada en Jaén. Las inversiones han llevado a que las fábricas funcionen con dos fases, que reducen el desecho hasta convertirlo en un nuevo producto denominado alperujo.

Este cambio no ha supuesto la eliminación de los problemas, ya que el conflicto se pasa a las orujeras que antes tenían un producto sólido con el que trabajar y ahora cuentan con un lodo mezclado que pesa más y que supone, además, un incremento en el coste de transporte.

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