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Crítica:JAZZ - CHANO DOMÍNGUEZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La confirmación de un sueño

El 29 de octubre de 1993, Chano Domínguez presentaba oficialmente en directo su disco de estreno. Se cita la fecha con tanta precisión porque supuso un momento histórico para la escena nacional de las músicas improvisadas. Chano (Nuba Records) proponía una genuina síntesis de jazz y flamenco sin víctimas ni verdugos, atávica y futurista al mismo tiempo, en la que el cancionero popular andaluz, tan zarandeado por los tópicos, resurgía reluciente y descansado como si se acabara de despertar de un buen sueño. Luego, la curiosidad de Domínguez hacia otras formas musicales latinas, y su imaginación a la hora de asimilar lo aprendido, ha desembocado en un pianismo diáfano, libre de tabiques y cerrojos, que se complace en el hallazgo.Si la puesta en vivo de aquel Chano de 1993 despertó la emoción de la sorpresa, la plasmación en directo de Imán, su nueva obra del 2000, trae el orgullo de la feliz confirmación. Domínguez volvía al escenario de aquel extraordinario debú, su querido San Juan, con las ideas en ebullición, sabiendo que no es el mismo de entonces pero prometiendo que siempre será reconocible. Pulsó el teclado como si manejara una cremallera suave y sensible que, sin enganchones, fue dejando ver partes solidarias de una sola música, la suya. El título de la primera pieza, Alegría callada, adelantó el espíritu del concierto: calidez sureña sin agobio, intensidad concentrada y espumosa.

Chano Domínguez Chano Domínguez (piano), Pablo Martín (contrabajo), Marc Miralta (percusión), El Piraña (cajón), Blas Córdoba (cante y palmas) y Tomasito (baile y palmas)

C.M.U. San Juan Evangelista. Madrid, 4 de mayo.

Tras ese inicio asordinado y sin prisa, Domínguez se quedó a solas con el tablâ de Marc Miralta y el cajón de El Piraña para dibujar nuevos contornos sobre el clásico de Atahualpa Yupanqui Los ejes de mi carreta. La vena lírica del pianista volvió a palpitar después en composiciones originales inspiradas en su tierra, como El vaporcito, según Chano verdadero himno del carnaval gaditano, y una pequeña maravilla escrita por la compositora cubana Marta Valdés, en la que casi se pudo presentir la voz de Billie Holiday. Por supuesto, también hubo fiesta, sobre todo cuando se sumaron al grupo el cantaor Blas Córdoba, un seguidor canónico de Camarón, y Tomasito, un bailaor-bailarín-danzante que no vio impedimento para apuntalar su médula flamenca con detalles que parecían tomados indistintamente de Fred Astaire y Michael Jackson. Marc Miralta, enorme a la batería, y Pablo López, sólido y ágil al contrabajo, completaron el círculo de amigos que Chano reunió para la ocasión. La respuesta del público sonó explosiva y la propina fue un generoso regalo envuelto en calypso, género que también es patrimonio del jazz desde que Sonny Rollins descubrió la isla de St. Thomas.

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