El especialista en prehistoria Jean Clottes advierte de la enorme degradación que sufre el arte rupestre
Parecía hecho para durar tanto como la piedra en que fue plasmado, pero no. El arte rupestre está seriamente amenazado en todo el mundo, denunció el martes en Barcelona el famoso historiador francés Jean Clottes, por causas tan variadas como la contaminación, la climatología, el vandalismo y la acción animal -que, aunque lo parezca, no es lo mismo-. Clottes, uno de los mayores expertos internacionales en su campo, un hombre cuya pasión por el arte rupestre le ha llevado desde las grutas del Ariège a los desiertos de Australia -testimonio de ello es su bellísimo nuevo libro Grandes girafes et fourmis vertes-, subrayó que el arte rupestre constituye "el más grande museo de arte del planeta" y que se encuentra en su mayor parte "sin puertas ni guardianes". Clottes, que recordó que hay arte rupestre en los cinco continentes y resaltó la importancia de África y Australia -calculó que sólo allí existen cerca de 100.000 yacimientos-, trazó un panorama desolador, con los grabados y pinturas, algunos viejos como la humanidad, desvaneciéndose rápidamente. "La degradación es enorme en todo el mundo debido a la naturaleza y la acción humana", señaló. Apuntó cómo la decoración se borra de los antiguos santuarios, incluso de las cuevas más profundas, y dijo que él ha visto ganado -y hasta canguros- rascarse contra las historiadas piedras, pájaros anidar entre las polícromas figuras, grafitos sobre toros y bisontes magdalenienses, composiciones enteras arrancadas y, en el Levante español, pinturas frotadas con gasolina o coca-cola para hacerlas más visibles en una foto turística. Deploró el científico la destrucción que provocan en este patrimonio las grandes obras públicas, y dijo que el ejemplo de Foz Coa, en Portugal, donde se paralizó una presa para salvar un sitio paleolítico "es, desgraciadamente, único". Un factor que hace aún más dramática la suerte del arte rupestre, del que sólo hay 11 sitios en la lista de Patrimonio de la Humanidad, es que se trata de una tradición perdida, acabada. Dijo Clottes que el último artista bosquimano de arte rupestre murió hace 35 años, y que los aborígenes australianos ya ignoran también las técnicas ancestrales.
"Ante la evidencia de que gran parte del arte rupestre va a desaparecer, debemos tratar de preservar el máximo y de realizar un archivo de todo lo que hay para guardar al menos la memoria", concluyó el historiador, que lanzó la idea de crear un museo mundial del arte rupestre.
Babelia
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