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'Meterle pueblo' al proceso de paz

"Puede que sirva, puede que no; pero es un ejercicio al que hay que jugar", aseguró Néstor Caicedo, sindicalista de un hospital de Bogotá, al llegar el pasado domingo por la mañana a la Villa Nueva Colombia -aldea convertida en escenario de los diálogos de paz del Gobierno y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)- para participar en la primera audiencia pública, mecanismo inventado para "meterle pueblo" al proceso de negociación. La audiencia tuvo invitados especiales: sindicalistas y empresarios. El tema: propuestas para generar empleo en un país con un 20% de desempleo."Tenemos la esperanza de que esto sirva para legitimar un espacio que genere una real negociación de paz", dijo esperanzado Luis Eduardo Garzón, presidente de la mayor organización sindical del país. "No nos sentimos representados ni por el Gobierno ni por la insurgencia", había dicho hace meses él mismo al rechazar la propuesta de participar en el comité temático -ente mixto: Gobierno-guerrilla- encargado, entre otras tareas, de escuchar al pueblo en estas audiencias.

"Esto se calienta", asegura que pensó uno de los asistentes cuando los trabajadores colgaron sus pancartas en las cercas que rodean el auditorio abierto y empezaron a gritar sus consignas: "Fuera gringos de Colombia, fuera Telefónica [la empresa española aspira a adquirir la Empresa de Teléfonos de Bogotá]"; "Ahí están, ésos son, los que venden la nación". También se escucharon "abajos" de todo tipo para el Gobierno de Pastrana. Los empresarios, todos con camisa blanca y sentados en primera fila, y los representantes del Gobierno escucharon en silencio. La actitud visiblemente molesta del presidente del Consejo Nacional Gremial, Jorge Visbal, se tradujo ayer en una amenaza explícita de no volver a las audiencias si se repetían los abucheos y las acusaciones de apoyar a los militares.

Durante tres horas los trabajadores lanzaron dardos contra la política neoliberal, contra las privatizaciones, contra los despidos masivos y los acuerdos con el FMI, que traerán más pobreza a un país de pobres. Y presentaron una propuesta de economía mixta con mercado regulado y economía solidaria. Luego vino el turno de los empresarios.

El inicio de estas audiencias se da en medio del recrudecimiento de la violencia. Ataques a pueblos, aumento de secuestros, estallidos de coches bomba por parte de la guerrilla; matanzas de los paramilitares, como la del pasado jueves cuando, y a pesar de que policía y militares estaban advertidos, según la Defensoría del Pueblo, llegaron a Tibú -al noreste del país- y asesinaron a 22 personas.

Tanto trabajadores como empresarios se plantearon, ante esta degradación del conflicto, el no asistir a esta audiencia. "Lo analizamos y concluimos que sería mejor venir y expresar lo que pensamos", dijo a este periódico Sabas Pretel, representante de los comerciantes. Por eso, la propuesta conjunta de los empresarios, presentada en Villa Nueva Colombia, dice que toda negociación debe enmarcarse dentro del respeto a la vida, a la libertad y a la dignidad. Sólo con paz habrá inversión y empleo, coincidieron empleados y empresarios. Apecides Albis, de la Confederación de Trabajadores de Colombia, atacó con dureza el secuestro "sean quienes sean sus autores".

El Mono Jojoy, el duro de las FARC, el señalado como el jefe del ala militarista de la organización, dijo que estas audiencias "son de un significado enorme para Colombia". Este comandante, con su eterna boina negra terciada sobre la cabeza, madrugó el pasado domingo y en un lugar del camino entre San Vicente del Caguán -epicentro de la zona de distensión- y Villa Nueva Colombia pasó revista a sus tropas. A su regreso a San Vicente, EL PAÍS encontró al comandante. "No estoy hablando con la prensa", advirtió. Sólo dijo una frase sobre el ejercicio de participación popular inaugurado ese día: "Es de un significado enorme para Colombia porque es el lenguaje civilizado para entendernos todos y buscar salidas distintas a la guerra".

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