'Miradas impúdicas' exhibe el arte que se inmiscuye en lo privado
La exposición reúne fotografía, vídeo y 'webs'
Gente anónima que enseña su casa, su entorno, su cuerpo, sus deseos. Casas y habitaciones vacías que son de alguien ausente. Personas que acceden, o no, a desvelar su intimidad. No es un programa de televisión, aunque podría serlo. Es lo que puede verse en la exposición Miradas impúdicas, integrada por fotografías, vídeos y webs, que del 12 de abril al 25 de junio se presenta en el Centro Cultural de la Fundación La Caixa en Barcelona.
Una gran pantalla de vídeo abre la exposición. En ella aparecen los visitantes que la cámara va grabando a medida que entran. Algo parecido a lo que sucede en los bancos, pero más grande. Un aperitivo para entrar en el tema de la exposición, que no es otro que la pérdida de límites entre lo público y lo privado, entre la esfera de lo íntimo y la de lo social. Ha sido, de hecho, una de los grandes obsesiones del arte contemporáneo de las últimas dos décadas, especialmente en lo que respecta a la fotografía, el vídeo y el cine. "Ésta no es sólo una exposición de arte contemporáneo. Dentro de 200 años se presentaría en un museo antropológico, porque de lo que trata es de la sociedad absurda en la que vivimos", explicó ayer Rosa Olivares, comisaria de la exposición Miradas impúdicas.Olivares -que durante 20 años y hasta hace pocos meses fue la directora de la revista Lápiz y a finales de año sacará una nueva publicación, Exit, dedicada a la cultura y la imagen que tendrá carácter monográfico y trimestral- explica que el de la intimidad no es un tema que haya puesto ahora de moda un grupo de artistas modernos, sino que "responde al espíritu de la época", como demuestra la diversa procedencia geográfica -desde Sudáfrica a Japón, pasando por Brasil, Estados Unidos y España- de los artistas que participan en la exposición y que, aclara, hubieran podido ser muchos más.
La selección incluye a 12 artistas que han realizado este trabajo a lo largo de las dos últimas décadas, aunque predominan las obras de los noventa. Algunos, como Zwelethu Mthethwa o Adrienne Salinger, presentan fotografías casi documentales de gente anónima que ha accedido a posar en su entorno cotidiano para reflejar su pobreza o su soledad. Otros, como Tood Hido y Rochelle Costi, rehúyen la presencia humana y desvelan la intimidad del exterior o interior de las casas. La decadencia de la vejez se exhibe casi obscenamente en las imágenes de Donigan Cumming, que retrata los últimos años de la vida de la actriz y modelo Nettie Harris, que aparece desnuda en unas fotografías que, según se avisará al inicio de la exposición, "pueden herir la sensibilidad del espectador".
Casi de exhibicionistas podrían tacharse las fotografías de Yurie Nagashima, que aparece desnuda en solitario o junto a su familia, también desnuda, en unos retratos en blanco y negro realizados en la intimidad de su hogar. También en la propia familia se centra el trabajo de Larry Sultan, que presenta fotografías de sus padres posando o en situaciones cotidianas. Y de voyeurismo en sentido estricto puede hablarse en el caso de las fotografías de Marry Alpern, que retrata los movimientos en el lavabo de caballeros de un club masculino, en las que no faltan drogas, sexo y fisiología.
Núria Canal, en un vídeo documental realizado a lo largo de varios años, muestra de qué hablan las mujeres cuando están solas a través de la grabación de conversaciones con amigas. También en vídeo, aunque con un montaje sofisticado e intermitente, Alicia Framis muestra a una joven aparentemente en trance de darse placer solitario. La visión más optimista la ofrece John Sanborn, que presenta un divertido vídeo sobre su hogar. Y el itinerario lo cierra Ann-Sofi Sidén, con un claustrofóbico filme de ficción cuyo tema es precisamente el intento de control sobre la propia intimidad y la de los demás. La exposición se completa con nueve webs de Internet que pueden consultarse in situ a través de la web de la exposición (www.fundacio.lacaixa.es/mirades).
Babelia
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