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El presidente Pastrana propone un referéndum para cambiar las normas políticas y eliminar la corrupción

La corrupción de la clase política colombiana es tan vieja y de tal dimensión que muchos no dudan en afirmar que es un mal que le ha hecho más daño al país que la violencia de los grupos armados: es un cáncer que está carcomiendo las instituciones. Por esto fue bien recibida la propuesta del presidente Pastrana de cambiar las corruptas costumbres políticas a través de un referéndum y por esto también se pide que las reformas vayan más allá del legislativo.

La idea es el resultado del último escándalo, el de la feria de millonarios contratos en el Congreso, recibida por los colombianos, agobiados por el desempleo y la recesión, como una bofetada inaguantable.

Mientras la pobreza cubre a más del 50% de la población, en sólo tres días, en pleno receso legislativo navideño, la Cámara de Representantes efectuó más de 60 contratos por valor superior a 6.500 millones de pesos, unos 650 millones de pesetas.

"Lo que estamos descubriendo es una verdadera empresa criminal montada desde las propias oficinas del Congreso", dijo la semana pasada uno de los investigadores de esta olla podrida. Sobrecostos, contratos ficticios, papelería, sellos y firmas falsas fueron algunas de las artimañas utilizadas.

La propuesta oficial será presentada la próxima semana al Congreso y, si es aprobada, se realizaría antes de finalizar el año. Un Congreso más pequeño y especializado, sin ataduras del Ejecutivo; castigos fuertes a los corruptos -entre otros, la pérdida de investidura y muerte política para los implicados-; financiación por parte del Estado de las campañas políticas; acabar con el turismo parlamentario, el absentismo y la inclusión de micos en las leyes (agregados de última hora), son algunas de las propuestas.

Estas ideas tampoco son nuevas. Muchas veces, las reformas han naufragado en el Congreso y los acuerdos políticos se han ahogado en un mar de riñas y componendas.

Ayer, políticos liberales, conservadores e independientes llegaron al palacio de Nariño cargados de ideas para armar la propuesta de reforma. Pero también hay dudas: "¿Para qué reformas si se esta negociando un nuevo panorama político con las FARC?", se pregunta el ex ministro Fernando Cepeda. El politólogo Juan Manuel Charry dice que la reforma no será nada si no ataca el problema central, el soborno de los Gobiernos a los congresistas: "Aquí cada Gobierno llega con una agenda legislativa y, para que el Congreso la pase, empieza con los repartos [económicos]".

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