De la inyección de insulina al páncreas artificial Un estudio pretende demostrar que la bomba de infusión mejora la calidad de vida y es rentable
a Dentro de unos años, los diabéticos ya no tendrán que pincharse en el dedo cada vez que tengan que medir su nivel de azúcar en sangre y también podrán olvidarse de agujas y bolígrafos para inyectarse insulina. Existirán pulseras o pendientes capaces de detectar continuamente los niveles de glucosa y activar un páncreas artificial, una bomba insertada quirúrgicamente que administrará la cantidad exacta de insulina en sangre. Mientras estos inventos se ponen a punto, un estudio pretende demostrar que las actuales bombas de infusión continua de insulina mejoran la calidad de vida de los enfermos diabéticos y que incluso son rentables. Los pacientes que la han probado reclaman la bomba, pero Sanidad no financia todavía las 700.000 pesetas que cuesta.