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La policía de El Prat impide sacrificar a 200 corderos por el rito musulmán

La cada vez más numerosa colonia de inmigrantes magrebíes que vive en diversas poblaciones del Baix Llobregat intentó ayer celebrar uno de sus ritos más importantes: la Fiesta del Cordero, que para los musulmanes supone una reafirmación no sólo cultural, sino también religiosa y en la que se sacrifican estos animales siguiendo un elaborado ritual que, entre otros requisitos, implica que debe realizarse al aire libre. Pero fue en vano. La policía local de El Prat lo impidió alegando que la normativa legal prohibe el sacrificio de animales para el consumo humano fuera de los mataderos homologados. Esta ceremonia al aire libre se había realizado otros años en El Prat, siendo tolerada por el Ayuntamiento.Más de un centenar de magrebíes se habían reunido durante la mañana en un descampado junto a una granja situada en las inmediaciones del aeropuerto. En total iban a ser sacrificados unos 200 corderos, criados por el ganadero de esa misma granja, casado con una mujer de origen magrebí y que, por tanto, contaba con el visto bueno de la comunidad de inmigrantes.

PASA A LA PÁGINA 6

Los musulmanes temen la mezcla con carne de cerdo en los mataderos

VIENE DE LA PÁGINA 1 La presencia de una decena de agentes de la policía local de El Prat impidió el sacrificio de los animales. Los agentes informaron a los inmigrantes magrebíes de que la legislación vigente obliga a que el sacrificio de los animales debe seguir una serie de condiciones sanitarias, que sólo se pueden dar en los mataderos debidamente legalizados. Esta circunstancia generó algún conato de enfrentamiento entre los agentes y algunos inmigrantes.

El Ayuntamiento de El Prat adujo que simplemente se trataba de una falta de información por parte de los inmigrantes extranjeros acerca de la normativa del país de acogida. Los magrebíes, por su parte, además del aspecto meramente religioso, desconfían de los corderos sacrificados en los mataderos porque, aseguran, en estas instalaciones la carne de estos animales se mezcla con la del cerdo.

Las disputas se trasladaron también hacia la mujer que había vendido los corderos. Los inmigrantes exigían la devolución del dinero aduciendo que habían sido engañados. La ganadera, por su parte, insitía en que a ella no le habían comunicado nada hasta aquel preciso momento, aunque, al final, accedió a reembolsar el dinero que habían pagado por los animales a aquellos que lo solicitaron. Algunos marroquíes, no obstante, optaron por llevarse su cordero, varios de ellos en carretilla.

Finalmente, el Ayuntamiento alcanzó un pacto con Mercabarna para facilitar el sacrificio de un máximo de 500 corderos, supervisado por seis inmigrantes y con la intervención directa de un matarife musulmán. Los animales, no obstante, deberán ser transportados y numerados debidamente.

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