Del fémur de mamut al ratón transgénico
Un fémur de mamut hallado nada menos que en lo que ahora es la actual avenida de Pearson de Barcelona; un fósil de coco de los que poblaban hace 40 millones de años el litoral del mar que ocupaba entonces la zona central de la actual Cataluña; un meteorito hallado en 1905 en el Garraf; un atlas internacional de nubes de 1935; una amatista procedente del Montseny; un ornitorrinco disecado; una esponja peluda de la Antártida; un herbario con plantas extinguidas; el microscopio que utilizó Ramón y Cajal; una rana transgénica... Son algunos de los 100 "tesoros", y nunca mejor dicho, que integran la exposición Tresors de la natura, que desde ayer y hasta febrero del año próximo puede visitarse en el Museo de Zoología de Barcelona, situado en el parque de la Ciutadella.En un montaje claro y didáctico que ha devuelto la luz al espacio de exposiciones del museo y que se organiza alrededor, o mejor por debajo, del magnífico esqueleto de ballena que cuelga del techo, Tresors de la natura plantea el doble objetivo de mostrar algunos de los tesoros escondidos de los museos de ciencias naturales de Barcelona y alrededores al tiempo que reivindica la importancia de la labor y la mirada del científico y del naturalista.
La exposición, que se enmarca en el ciclo iniciado anteriormente por el Instituto de Cultura de Barcelona con la exhibición Tesoros gráficos, "pretende estimular la curiosidad, sugerir ideas y establecer relaciones", según comenta su comisario, el físico y poeta David Jou. Dividida en dos grandes ámbitos, naturaleza y naturalismo, la exposición abarca las diversas ciencias de la naturaleza y pretende mostrar también la evolución y el dinamismo de la investigación en estos campos.
Así, por ejemplo, junto a un ejemplar de cardo de herbolario puede verse su secuencia genética, y cerca de un fósil de rana del cretácico hallado en la sierra del Montsec, que hizo adelantar en 100 millones de años las estimaciones de la época de los anuros, puede encontrarse el ejemplo de la simetría bilateral en un gusano Parantomella rubra demostrado hace escasamente dos años por científicos catalanes.
Aunque de reducidas dimensiones, Tresors de la natura es una exposición llena de sugerencias y sorpresas para el gran público. En ocasiones, las piezas están escogidas por su belleza o calidad estética, en otras por su valor científico y en ocasiones por la historia, casi siempre fascinante, que se esconde tras su hallazgo. Un extenso catálogo, con diseño de América Sánchez, y numerosas actividades paralelas completan la exposición.
Prefiguración de un museo
"La exposición es interesante en sí misma y no necesita justificación, pero ciertamente prefigura en parte lo que podría ser una lectura conjunta de todo este patrimonio de ciencias naturales que se conserva en los museos catalanes", señaló ayer el concejal de Cultura, Ferran Mascarell, tras la presentación de la exposición Tresors de la natura, que se muestra en el Museo de Zoología.También el alcalde de Barcelona, Joan Clos, señala en la introducción del catálogo: "Resulta atractivo soñar con un museo de ciencias naturales que uniera y potenciara los diversos museos de estas características con que cuenta Barcelona". Es una idea que hace años que circula, si bien la Generalitat -que sería el organismo encargado de crear y dotar este nuevo centro ya que sería un museo nacional, según aprobó la Junta de Museos en 1997- ha aplazado de momento el proyecto.
La exposición Tresors de la natura cuenta con piezas procedentes de los museos de Geología y Zoología de Barcelona, el Museo Geológico del Seminario de Barcelona, la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, el Instituto de Ciencias del Mar, el Instituto Botánico de Barcelona, el Instituto de Paleontología Miquel Crusafont de Sabadell y el Museo de la Ciencia de la Fundación La Caixa.
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