Buenas tardes, presidenta
Una mujer, Amparo Renau, presidió una corrida por primera vez en la historia de la plaza de Valencia. Y lo hizo muy bien.Llegó y le dimos las buenas tardes. Qué menos. La acompañaba en el palco, en calidad de asesor, el veterinario Gerardo Rojo, que iba trajeado de azul solemne, hecho un brazo de mar. La verdad es que el público no les ofreció recepción alguna. La mayoría seguramente no consideraba novedad que presidiera una mujer. Y otros, que ni lo sabían, debieron creer que Gerardo Rojo era el presidente y Amparo Renau la reina de las fiestas.
El momento duro fue cuando le negó una oreja a El Fandi. La pidió una minoría, agitando la almohadilla y pegando gritos, y la presidenta hubo de aguantar el abucheo y el cúmulo de improperios que la dirigieron con la zafiedad que es habitual en ciertos públicos orejistas.
Fuente / Fandi, Ronquillo, Mompó Novillos de Fuente Ymbro, bien presentados aunque pobres de cabeza, de escasa bravura, en general manejables; 6º, fuerte y manso
El Fandi: pinchazo bajo, estocada ladeada y ruedas insistentes de peones (ovación y salida al tercio); pinchazo, estocada atravesada que asoma y dos descabellos (minoritaria petición y vuelta); atendido en la enfermería de puntazo leve en una pierna. Rafael Ronquillo: dos pinchazos, otro hondo, rueda de peones, cuatro descabellos -aviso- y dos descabellos (silencio); estocada atravesadísima que sale por el cortillar, estocada contraria perdiendo la muleta, tres descabellos -aviso- y descabello (silencio). Joaquín Mompó, que debutaba con picadores: estocada corta atravesada. rueda de peones, pinchazo bajo, estocada delantera -aviso- y dobla el novillo (silencio); dos pinchazos a toro arrancado, tres pinchazos más, media perpendicular -aviso- y dos descabellos (silencio). Plaza de Valencia, 12 de marzo. 3ª corrida de Fallas. Dos tercios de entrada.
Los taurinos, pues interesa a su industria, propalan que los maleducados son los aficionados que exigen toros íntegros o protestan trasteos ventajistas. Pero es mentira. Nunca un aficionado verdadero caería en la ordinariez que les sale a algunos energúmenos cuando un presidente -no digamos una presidenta- deniega la oreja que pide una minoría.
La faena de El Fandi resultó de escaso fuste. Estuvo valentón y bullidor, sufrió una voltereta de la que salió con un puntazo, y como siguió toreando, parte del público lo consideró heroicidad sublime. Luego mató mal, dio la vuelta al ruedo y pasó a la enfermería.
En su anterior faena El Fandi estuvo peor. Pareció falto de recursos para templar al manejable novillo. En cambio estuvo muy torero y variado con el capote e impresionante en los tercios de banderillas, que prendió en varias modalidades, incluidos el par de la moviola y el del violín.
No hubo más toreo destacable. Rafael Ronquillo toreaba rápido y movido. Ejecutar crispado el lance y escapar al rematarlo renunciando a la ligazón, desmerece en lo profundo el arte de torear.
Es el caso, sin embargo, que Ronquillo despertó de principio las mayores esperanzas. Apenas tantear al segundo de la tarde se echó la muleta a la izquierda y cuajó dos naturales meritísimos. Al engendrar el tercero, un golpe de viento flameó la pañosa dejándole al descubierto y sufrió una tremenda voltereta. Recuperado del batacazo reemprendió el muleteo por derechazos, pero ya nada fue lo mismo. Al quinto lo recibió a porta gayola y pareció que emprendía la liza con renovados bríos, mas llegado el último tercio volvió a ser el torero crispado y movido que sumaba pases sin orden ni concierto.
Verde se presentó el debutante Joaquín Mompó, o esa sensación daba. No pasa nada: en cuanto madure será otro. Y, además, pese a sus muchas carencias se le advirtió un gusto especial por instrumentar las trincherillas o los ayudados a dos manos, que no constituyen mal concepto del arte de torear.
Mató fatal Mompó y oyó dos avisos. Ronquillo, otros dos. La presidenta, bien venida sea, los envió en punto, lo cual era indicio de que cumplía su función con seriedad, de que acudió provista de buen peluco y de que lo tenía en cuenta. No como otros...
Babelia
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