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El 'magnificat' de los obispos españoles

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En la Iglesia española la petición de perdón por los pecados del milenio fue sobre todo un magnificat. El documento, hecho público por la Conferencia Episcopal Española (CEE) el 2 de diciembre del pasado año, se tituló La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX, y era, en realidad, un recordatorio de la gran cosecha de mártires que produjo el milenio y, también, un recuento de las muchas maldades ajenas. Pero la decepción se hizo clamorosa en algunos sectores del catolicismo al conocer las disculpas que la CEE estaba dispuesta a ofrecer por la evidente implicación de la jerarquía en la guerra civil de 1936 y su apoyo posterior a la sangrienta dictadura militar. Esto dijo el documento episcopal: "No queremos señalar culpas de nadie en esta trágica ruptura de la convivencia entre españoles. Deseamos más bien pedir el perdón de Dios para todos los que se vieron implicados en acciones que el evangelio reprueba, estuvieran en uno u otro lado de los frentes trazados por la guerra".

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Un prelado tenido por aperturista, Gabino Díaz Mechán, ex presidente de la CEE, antiguo colaborador del cardenal Vicente Enrique y Tarancón y actual arzobispo de Oviedo, llegó a decir que si la Iglesia estuvo en un bando determinado "fue al que le echaron obligada".

Dos años de reflexión

Los teólogos de la Comisión para la Doctrina de la Fe en la CEE, dirigidos por el jesuita Juan Antonio Martínez Camino, reflexionaron durante dos años antes de llegar a una redacción satisfactoria para el plenario de obispos. La contundencia con que lo han hecho ayer sus colegas vaticanos, encabezados por el cardenal Joseph Ratzinger, muestra la diferencia. En parecidas circunstancias históricas, otras conferencias episcopales también reclamaron el perdón por las relaciones o los silencios de sus respectivas iglesias con algunos dictadores.

Los teólogos de la Asociación Juan XXIII y organizaciones como la Confederación Española de Religiosos (Confer), que agrupa a casi cien mil religiosos y religiosas, también han ido más allá que la CEE. Ahora lo ha hecho Roma. La curioso es que hace más de una década que Juan Pablo II había dejado claro que llegaría a esta petición universal de perdón. "Reconocer las debilidades del pasado es un acto de lealtad y de coraje", dijo el Papa en 1992. "¿Dónde nos hemos desviado?", se preguntó. Las indicaciones eran tan evidentes que hasta un hombre tan poco dado a los sobresaltos como Ratzinger no ha tenido más remedio que avalar teológicamente la posición papal. La Iglesia española queda del lado de los más conservadores.

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