Fraude subvencionado
El preestreno mundial de la nueva producción del grupo francés Tanzplantation ha sido un fiasco... y un fraude (ahora, aquello, lo visto, viajará al teatro Hampnagel de Hamburgo para su debú oficial). El Instituto Francés de Madrid tuvo la prudencia y el buen tino de devolver el dinero de las entradas antes de que comenzara la obra y facilitó el acceso gratuito a la sala. Menos mal.Podía haber corrido la sangre entre galos e iberos, todo por culpa de unos desaprensivos y supuestos creadores de danza contemporánea que practicaron esta vez una mezcla del tocomocho con la estampita, escuálidos desnudos incluidos, hasta obtener el apoyo de varios teatros y organismos europeos para poder pagar las botellas de whisky que se tomaron en directo desde el escenario, los viajes, las dietas, los honorarios de los coreógrafos, etcétera. Aquello no era danza-teatro ni teatro-danza, mucho menos un experimento interdisplinar emergente. Simple calco de ajenos modos, y no es justo. Bodrios como éste perjudican a los honestos creadores de danza moderna, que son mayoría y las pasan canutas para conseguir un duro para sus creaciones.
Mult(i)me Dirección: Marco Berrettini y Antoine Lengo; música: Robert Wyatt; luces: Bruno Faucher
Teatro del Instituto Francés de Madrid. 29 de febrero.
La obra en cuestión es una burda imitación de la estructura de las piezas de Pina Bausch y donde se malparodia con estupidez el Apollo Musageta de Balanchine. Al terminar la primera hora de desastre, el público estaba inquieto y un grupo abandonamos la sala. Ni los responsables sabían la duración exacta de la sesión, entre gore y vodevil, que amenazaba con prolongarse otra hora más. Con razón, parte de los artistas se oponían a estrenar, y alguno se marchó a casa antes de la hora cero.
Los intérpretes, que se podía intuir eran elementos con experiencia escénica y técnica dancística, no podían ocultar su embarazo al saber que se estaban burlando del público de una manera tan flagrante. Unos papeles decían que estos señores habían dado un taller (también subvencionado, claro está) allí mismo.
Me pregunto qué podrán enseñar y lo peligrosos que puedan llegar a ser sus postulados de listillos de la legua.
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