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Torearon los finalistas

Los tres novilleros de ayer, posiblemente serán los tres que lleguen a la final del próximo sábado, día 4 de marzo. Ellos son el mexicano Antonio Bricio, el francés Sebastián Castella y el salmantino Javier Castaño. El mexicano atesora mucho temple en sus dos manos. A su primer toro le toreó por derechazos y naturales con una gran suavidad y templando muy bien las embestidas. En su segundo mejoró lo que había hecho en su primer novillo: dio tres tandas de naturales con sumo gusto y calidad. Dejó una grata impresión por la calidad demostrada.Sebastián Castella, que fue el triunfador en la segunda novillada del III Encuentro Mundial de Novilleros, puesto que había sido el único torero que había cortado dos orejas a un mismo toro, ayer volvió a confirmar que es un muchacho con mucho porvenir en esto del toreo. Al menos, ayer lo demostró en sus dos toros. A su primero le dio varias series de muletazos con la derecha y una tanda de naturales. Instrumentó dos o tres manoletinas muy ajustadas. También en su segundo toro estuvo a mejor altura. Destacamos unos pases de trasteo de enorme calidad. Luego volvió a torear con las dos manos de manera muy templada. Mejor con la izquierda que con la derecha, ya que con esta mano abusó un poco del pico.

Torrealta / Bricio, Castella, Castaño Cinco novillos de Torrealta, con poca fuerza, suavones, el 5º bueno, un toro devuelto (2º) y sustituido de Fuente Ymbro, grande, complicado

Antonio Bricio: estocada tendida (ovación); estocada (oreja). Sebastián Castella: pinchazo, estocada baja (vuelta); estocada (oreja). Javier Castaño: dos pinchazos, estocada caída (aplausos); estocada (dos orejas, salió a hombros). Plaza de Illumbe, 26 de febrero. III Encuentro Mundial de Novilleros. Más de media entrada.

A Javier Castaño le falta mucho por aprender. A su primer novillo lo toreó por naturales y derechazos, siempre sin ligar. Moviéndose, por lo que no caló en los aficionados. Pero donde realmente demostró que quiere ser torero, pese a sus deficiencias estilísticas, fue en el último novillo de la tarde. Ahí se dio un arrimón muy grande. Fabricó tres tandas de naturales sin ligar, aunque en algún momento llevando al toro bastante templado. Sufrió un revolcón.

No se arredró: a partir de ese revolcón fue cuando más puso en evidencia que tiene un valor a prueba de neutrones. Hizo un alarde de quietud, de deseos de demostrar que o salía por la puerta grande o esa noche la pasaba en la enfermería, oliendo a cloroformo y a penicilina.

Parecía que estaba pidiéndole al novillo que se atreviera a empitonarle. Era como si en ese momento estuviera flotando el novillero por una nube que le emitía canciones de triunfo, de orejas, de gloria, de ensueños, todo menos la posible sangre que pudiera salir de su cuerpo valeroso. Citó y se fue tras la espada a encontrar el hoyo de las agujas. Y la espada entró hasta las péndolas. Y el sueño se hizo realidad: le llevaron en volandas a hombros con una oreja en cada mano.

Estamos, posiblemente, ante los tres próximos finalistas, si el novillero Sergio Aguilar no entra en el bombo final. El próximo sábado sabremos quién es el supremo ganador de estos encuentros celebrados en la plaza de toros donostiarra.

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