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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Pulmonía en Fa

La idea de reconversión de la Magdalena, la antiquísima iglesia cordobesa, en recinto artístico es muy buena. Descentralizar el arte es de alguna forma hacerlo más popular. Esta adaptación financiada por todos los cordobeses (CajaSur) adolece de errores que claman a la misma Virgen allí fría y sola. Intentar escuchar música literalmente ateridos de frío sobre un reciente y reluciente mármol gélido, sentado sobre una silla toda metálica propia de una heladería de último grito, es imposible.El buen Trío Romántico de Moscú (según currículo vitae) intenta vanamente hacer sonar a Beethoven, pero la pésima acústica que da la piedra del habitáculo se torna en imposible con instrumentos y manos congeladas. Se miran entre ellos, aprietan sus arcos contra las cuerdas y los dedos golpean con fuerza las heladas teclas. Es demasiado. Acaso los "técnicos" que intentaron acondicionar este santo lugar no conocían la existencia (antes de poner ese suelo nuevo tan bonito y caro) de una antiquísima, discreta y efectiva calefacción por el suelo (justo debajo de él).

Acaso esos mismos "técnicos" que se han atrevido a pintar con brocha gorda la vieja piedra interior del templo quitando, con semejante felonía, el más añejo sabor del recinto y dando a los ateridos visitantes la sensación de estar sumergidos en un batido de vainilla, eso sí, con mucho hielo. Acaso, digo, esos mismos "técnicos" de pocas luces no han oído hablar del aislamiento acústico o hubiera sido mucho pensar.

Cada dos minutos (frecuencia variable) el ruido infernal de la pequeña moto de turno, a todo gas y con el escape libre, se instala en medio del trío como un instrumento demoníaco que lo chafa todo ante la perplejidad e impotencia de todos. Por fin salimos. En la preciosa plaza, con nocturnidad, dos grandes perros sueltos alivian lastre en silencio ante la mirada ajena y lejana de sus dueños.- . .

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