_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El dilema del Eix XAVIER BRU DE SALA

El Eix Transversal fue planificado en 1935 e inaugurado 12 veces, por tramos, desde el 93 al 97. Son 150 kilómetros de carretera al módico precio de casi 75.000 millones de pesetas. De hecho, dadas las necesidades reales de comunicación de las comarcas del interior, hoy día Cataluña disfruta de la mitad longitudinal de dicha vía. Si en vez de un carril de circulación por cada sentido dispusiera de dos, su eficacia se multiplicaría, al menos, por cuatro o cinco. Una verificación de los tiempos y costos del desplazamiento revelaba que, al desplazarse entre sus dos extremos, Girona y Lleida, se ahorraba dinero, pero no tiempo ni seguridad, en comparación con el viaje por autopista. En cambio, el Eix no tiene rival a la hora de saltar, por ejemplo de Vic a Manresa o a Girona. Sea como sea, salta a la vista que no es lo mismo una buena carretera que una autovía.Está claro que, por buenas que sean las intenciones, la Generalitat no dispone de dinero para desdoblar el Eix aunque, salvo el tramo entre Girona y Vic, se ha construido en previsión de su conversión en autovía. El tema parecía cerrado hasta que, pocas semanas atrás, el Ministerio de Fomento hizo pública su disponibilidad a costear dicha ampliación, condicionándola a su previo traspaso. Lo que es de la Generalitat debe pasar al ministerio, so pena de perder una importantísima y necesaria inversión. ¿Cómo se llegó a tal extremo de desfachatez? ¿No habíamos quedado en que el autogobierno catalán debía incrementarse? ¿No sería lógico que incluso las escasas carreteras que en nuestra comunidad son de titularidad estatal pasaran a ser gestionadas por la Generalitat? El caso es que el plan de nuevas infraestructuras, el de los famosos 14 billones que Aznar lanzó a los cuatro vientos con oportunismo electoral, discriminaba una vez más a los catalanes, por lo menos en cuanto a carreteras se refiere. Surgió entonces, en las conversaciones entre Política Territorial y Fomento, la posibilidad de desdoblar el Eix a cargo de dicho plan. Nada impide que el Estado invierta en infraestructuras de titularidad autonómica. Lo hace en Canarias y en la misma Cataluña, por ejemplo en el Auditori y en el embalse de la Llosa del Cavall. Sin embargo, y he ahí la mala fe de los socios de CiU, Fomento hizo pública su buena disposición, con la condición de que la carretera actual, hecha y costeada por la Generalitat, le fuera transferida. Pujol se negó en redondo. Su gran amor por Cataluña le impide prostituirla con semejante humillación.

El dilema está servido y, en bien de los usuarios del Eix, no debe acabar aquí. El cinismo de la propuesta del Gobierno central salta a la vista. Probablemente, el ministro, al lanzar su sibilina propuesta, calculaba que el Gobierno catalán diría que no, y que luego no tendría razón de quejarse. El trágala es muy gordo. Pero la respuesta de la Generalitat es insatisfactoria. A la inmensa mayoría de los ciudadanos les importa un pito de quién son las carreteras. La cuestión es que existan, que sean adecuadas a las necesidades del transporte. Para ilustrar la situación, puede tomarse un símil más cercano a la experiencia de la mayoría de los lectores. Luego sacaremos conclusiones. Supongamos que uno posee una vivienda. Que, tras años de esfuerzo, consigue costearse un cuarto de baño en condiciones. Pero la familia es numerosa y se necesita otro igual. Entonces surge un vecino rico que nos debe dinero y, en vez de pagarlo, con lo que el segundo baño podría costearse sin problemas -e incluso un tercero-, se descuelga con la rocambolesca proposición de que pagará la obra, pero con la condición de que le convirtamos en propietario del primer baño, fruto de un ímprobo esfuerzo, además del segundo.

La primera reacción consiste en indignarse. Incluso se pensaría en acudir a los tribunales, en caso de confiar en una justicia rápida y eficiente para este tipo de litigios. Luego se intentaría negociar. Pero al fin, a falta de otra alternativa, la reacción pragmática consistiría en aceptar la deleznable proposición del vecino rico, aunque sin renunciar a la devolución de la propiedad traspasada, así como a una relación económica menos leonina. Es un trágala, sin duda, pero tragando se mejora la calidad de vida de la familia. Renunciando se queda uno como está. O por lo menos tarda más tiempo en disponer del segundo baño. Aceptar es fastidiarse. Rehusar es fastidiarse por partida doble. Parece pues claro que, por lo menos desde el punto de vista de los ciudadanos, la mejor respuesta consiste en aceptar protestando, es decir, traspasar el Eix, denunciar la abusiva e inmisericorde posición de Fomento y conjurarse con todas las fuerzas políticas catalanas para que, una vez concluido el desdoblamiento, la carretera sea devuelta a la Generalitat, su legítima propietaria. Es posible que incluso más de un miembro del PP de Cataluña estuviera a favor. ¿No habíamos quedado en que Pujol es partidario del peix al cove? Pues no lo está demostrando.

El caso es muy distinto al del MNAC, el museo de Montjuïc. En este caso, acceder a la pretensión ministerial de tener asiento en el patronato no modifica la titularidad, ni la línea, ni la dirección y puede comportar a cambio, si se negocia bien, varias ventajas adicionales (que señalé en el Fi de cicle del 10 de este mes). La experiencia del Liceo, en cuyo consorcio está el ministerio, es positiva. ¿Sería mejor el pleno disfrute de la competencia exclusiva que, en materia de cultura, señala el Estatut? Qué duda cabe. Pero las cosas son como son. Si la presencia del Estado en un organismo rector redunda en beneficio y no recorta la voz cantante, la capacidad decisoria de la Generalitat, lo mejor es aceptarla y tan amigos. Pero el caso del Eix es muy diferente. Ahí se plantea un expolio institucional con beneficio para los ciudadanos. Es intolerable pero, incluso a nivel de rendimiento político, es mejor un sí irritado que una silenciosa negativa.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_