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Londres hará la reforma policial que rechazan los protestantes

Berna González Harbour

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El IRA no volverá a negociar el desarme mientras no haya un Gobierno autónomo, y los unionistas no volverán a ese Gobierno si no hay desarme. Así de nítida era ayer la diferencia que enfrentaba a los dos bandos en este complicado proceso de paz. Pero, además, no era la única. La reforma de la policía, diseñada en los dos últimos años por Chris Patten y aprobada recientemente por la Cámara de los Comunes, ha vuelto a colarse en la mesa de negociaciones como una nueva condición, pese a que el Acuerdo de Stormont lo había convertido en una cuestión independiente. Ayer, la representación del Gobierno británico en Belfast aseguró que la reforma seguirá adelante, tal y como estaba previsto, a pesar de la suspensión de los poderes autónomos y a pesar de la decisión de los unionistas de rechazarla en su actual proceso de "revisión" del acuerdo de paz."Las recomendaciones del informe Patten se llevarán adelante aunque la Asamblea esté suspendida", declaró en la noche del martes un portavoz del Ministerio británico para Irlanda del Norte. Londres salía así al paso de la decisión adoptada el sábado por el Consejo de los Unionistas del Ulster (el comité central del principal partido unionista, el UUP) de rechazar los puntos más sensibles de la reforma policial: para los unionistas es impensable que los agentes del Ulster abandonen la insignia real y su emblemático uniforme (abominable signo de ocupación para los católicos) y que se recorten sus efectivos.

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'Informe Patten'

Chris Patten, el último gobernador británico en Hong Kong y actual comisario europeo, ha manifestado estos días su preocupación por que los últimos acontecimientos retrasen la reforma policial. "Hemos defendido una policía basada en parte en el equilibrio de fuerzas en la Asamblea. Ahora, si ya no hay una Asamblea funcionando es mucho más difícil establecer esa institución", declaró Patten.

La Royal Ulster Constabulary (RUC) registra ahora cerca de un 90% de agentes protestantes en sus filas, en una sociedad en la que la minoría católica cabalga rápidamente, empujada por su altísima natalidad, hacia el 45% de la población. La paridad era por ello un grito de sentido común por parte de los partidos católicos del Ulster, y así está contemplada en el informe de 175 páginas de Patten. Durante los peores años del conflicto, el RUC se convirtió, junto con el Ejército, en el instrumento de represión por parte de Londres. Por ello, el cambio de nombre, uniforme e insignias ha sido una gran demanda católica.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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