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La reforma del Tratado de Amsterdam arranca a la sombra de la crisis con Austria

La Conferencia Intergubernamental (CIG) que debe reformar el Tratado de Amsterdam para preparar la ampliación de la Unión Europea (UE) hacia el este arrancó ayer a la sombra de la crisis austriaca. La presencia en Bruselas de la ministra de Asuntos Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, acaparó la atención de los medios de comunicación. La propuesta del francés Michel Barnier, comisario responsable de la CIG, de reforzar los actuales mecanismos de control que garantizan la pureza democrática de los Estados miembros tuvo una acogida más bien tibia.

"Ha sido un día histórico para Europa", proclamaba el presidente del Consejo, el portugués Jaime Gama. Pero la atención general se centró ayer más en la ministra Ferrero-Waldner que en la cita con la historia. Para el recuerdo quedará que en el día de San Valentín del año 2000 la presidencia portuguesa de la UE lanzó la reforma del Tratado de Amsterdam. Hoy se reunirá por primera vez el grupo encargado de realizar los trabajos. Y en su primera cita abordará uno de los temas más delicados: la extensión del voto por mayoría cualificada, llamado a convertirse en la regla para relegar el derecho de veto a la excepción.Los otros temas tabú son la reforma de la Comisión Europea y la modificación del actual sistema de votación en el Consejo de Ministros. "Si hay voluntad política se puede llegar a un acuerdo en tres días en el Consejo Europeo", enfatizó el comisario Michel Barnier. Un optimismo que contrasta con el empeño de la Comisión en aprovechar la negociación de esos tres flecos (veto, Comisión y votos) para aportar nuevas reformas al tratado.

La presidenta del Parlamento Europeo, Nicole Fontaine, se sumó ayer a esa posición al sugerir que a los flecos de Amsterdam se una la flexibilización de las llamadas cooperaciones reforzadas, la división del tratado en dos partes para facilitar futuras reformas o -a río revuelto, ganancia de pescadores- la ampliación de los poderes del Parlamento extendiendo el proceso legislativo de la codecisión a todo el tratado, y no sólo al pilar comunitario como ahora.

Entre los posibles nuevos asuntos a debatir en la reforma están los actuales artículos 6 y 7 de Amsterdam. El primero define las condiciones que se exigen a cada Estado miembro para garantizar su condición democrática. El segundo abre las puertas a sanciones en caso de incumplimiento. El comisario Michel Barnier propuso ayer ampliar el artículo 7 para convertirlo en una especie de mecanismo permanente de seguimiento y control. Una propuesta que aún no ha sido puesta en negro sobre blanco y que ayer recibió una acogida más bien fría. Sólo la presidenta del Parlamento Europeo la aplaudió abiertamente. "Es una muy buena sugerencia. Estamos en la misma longitud de onda", dijo.

Bélgica se conformó con un prudente "personalmente me parece interesante", de su ministro de Asuntos Exteriores, Louis Michel. Al español Abel Matutes le pareció "bien, aunque hay que estudiarla con detenimiento". El francés Hubert Védrine prefirió no comentarla hasta que no haya una propuesta formal y escrita. Y ni el alemán Joshka Fischer ni el británico Robin Cook se pronunciaron.

El secretario general del Consejo y alto representante de la Unión, Javier Solana, se declaró contrario a la modificación del artículo 7 del Tratado de Amsterdam y defendió la introducción de esas cautelas a través de la Carta europea de Derechos Fundamentales. "La Conferencia Intergubernamental no tiene que afrontar este debate", precisó.

Parálisis política

La reforma del Tratado de Amsterdam se considera un paso imprescindible para que la UE pueda acoger a los países candidatos de Europa del Este y el Mediterráneo. El proceso de ampliación parece vivir una parálisis política, pero los calendarios comunitarios siempre se cumplen. Hoy, seis nuevos países (Rumania, Bulgaria, Letonia, Lituania, Eslovaquia y Malta) se unen a los que ya están en negociaciones desde hace un año (Polonia, Hungría, República Checa, Eslovenia, Estonia y Chipre).

Por primera vez en la historia de la UE habrá 12 países negociando su adhesión al mismo tiempo. Aunque los ingresos deberán producirse de forma menos compacta, en función de los avances negociadores de cada país. Más atrás está Turquía, que tiene el estatuto de candidato a la adhesión, pero no podrá empezar a negociar hasta que cumpla las cláusulas de respeto a los derechos humanos establecidas por la Unión. Probablemente dentro de muchos años.

Más información: Unión Europea: www.europa.eu.int

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