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Reportaje:

Ruinas sagradas

Decenas de vecinos de las calles de Felipe IV, Alberto Bosch, Moreto, Casado del Alisal, Alfonso XII y otras han colgado carteles de sus balcones. Las pancartas dicen "Salvad el claustro de los Jerónimos".El claustro de la iglesia de San Jerónimo el Real data del siglo XVII y es obra de Juan Bautista Crescenti. Fue el mismo arquitecto que ideara y decorara el Panteón de Reyes del monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Hoy, del claustro quedan sus cuatro paramentos en piedra, que resisten, a modo de estoicas ruinas, el paso del tiempo y decoran un talud madrileño sobre el que se yergue también la Academia Española, justo encima del Museo del Prado.

Precisamente, la ampliación de la pinacoteca madrileña, encomendada al arquitecto navarro Rafael Moneo tras la convocatoria de un concurso internacional, ha desatado la protesta vecinal.

La Asociación de Vecinos de Los Jerónimos teme que la expansión del museo rompa la armonía monumental de la iglesia y su claustro, así como la del conjunto del barrio, considerado como uno de los más homogéneos y bellos de Madrid.

El barrio, a tiro de piedra del parque del Retiro, figura, además, entre los más tranquilos de la ciudad, pese a recibir a diario a miles de turistas que visitan el museo.

Comoquiera que la expansión del Prado implicará, además, el desalojo del Museo del Ejército, enclavado en la contigua calle de Méndez Núñez, muchos vecinos del barrio de Jerónimos han unido sus reivindicaciones para la conservación del claustro de la iglesia a la del mantenimiento en Madrid del museo de historia militar.

Las autoridades prevén su desplazamiento al Alcázar de Toledo, donde las obras preparatorias, excavación incluida, han hallado ya vestigios arqueológicos que debieran retrasar el traslado, según José Durán, presidente de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército.

Por su parte, el Instituto de Estudios Madrileños, entidad vinculada al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en cuya sede de la calle del Duque de Medinaceli reside, emitió el pasado jueves una nota en la cual se opone al traslado. La nota subraya que entre los Estados de Europa no hay uno solo cuyo museo militar no se encuentre en la capital estatal.

Entretanto, la ampliación del Museo del Prado se halla en un punto muerto, quizá a la espera de un escenario poselectoral -los comicios del 12 de marzo están ya a la vuelta de la esquina- que permita nuevas reflexiones y actuaciones al respecto.

La fachada que da al paseo del Prado va a ser reajardinada tras el fin de las obras para la restauración de su cubierta.

Las obras exigieron entonces grandes pilastras, emplazadas sobre el jardín, para soportar la estructura metálica deslizante desde la cual aquélla fue reparada. En la pradera, ya despejada, acaba de ser desplegado el circuito para el riego por aspersores, que realizan dos empresas.

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