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Italia prohíbe el tráfico en el centro de 150 ciudades para reducir la contaminación El experimento se repetirá todos los primeros domingos de los próximos tres meses

La de ayer fue una jornada particular para 18 millones de italianos. Por decisión del Ministerio de Medio Ambiente, consensuada con los distintos ayuntamientos, el centro histórico de un total de 150 ciudades italianas quedó cerrado al tráfico privado durante el grueso del día. A partir de la jornada de ayer y hasta mayo, el primer domingo de cada mes se repetirá un experimento recibido con satisfacción por cuatro quintas partes de los italianos, y con abierto escepticismo por los restantes. Para los ecologistas, la medida no pasa de ser una modesta contribución para el problema gravísimo de la contaminación atmosférica provocada por los coches y los populares motorinos (ciclomotores).

Uno de cada tres italianos se vio obligado ayer a dejar aparcado coche y motorino y aventurarse a pie por ciudades casi desconocidas para la mayor parte de sus habitantes, acostumbrados a contemplarlas a través de la ventanilla del automóvil. Todo un esfuerzo para muchos ciudadanos en un país devoto del motor, con un parque automovilístico de 32 millones de vehículos y 10 millones de ciclomotores. La medida, considerada por los ecologistas como insuficiente, ha sido calificada desde otros sectores críticos de puramente "folclórica" e ineficaz.Sensibilizar a la opinión pública sobre los problemas que plantea el tráfico privado era precisamente el objetivo de una medida a la que se sumaron ayer todas las capitales de provincia (salvo Aosta, Bari y Cagliari) y decenas de ciudades menores.

La contaminación en Europa causa 80.000 muertes, y a Italia le corresponden 15.000 en este trágico reparto.

El ministro de Medio Ambiente, Edo Ronchi (de Los Verdes), principal promotor de la propuesta, se declaró ayer muy satisfecho por el resultado de la jornada. "Ha significado una tregua a la contaminación en el 80% de las ciudades", señalaba ayer. "Una carga de oxígeno obligatoria para reducir la contaminación ya acumulada y para interrumpir la exposición continuada a este aire sobrecargado".

Ronchi aseguró que el Gobierno tiene la posibilidad de destinar entre 100.000 y 220.000 millones de pesetas a poner en marcha medidas preventivas de este tipo que, "dependiendo de los resultados, se podrán prolongar al otoño", declaró el ministro.

Caso omiso

Bari, capital de la Puglia, en el sur de Italia, y Cagliari, principal ciudad de la isla de Cerdeña, gobernadas por el centro-derecha, hicieron caso omiso de la iniciativa. "Me gustaría que alguien me explicara qué sentido tiene cerrar al tráfico las ciudades justamente el día en que se registra menos tráfico", se preguntaba el alcalde de Bari, Simeone Di Cagno Abbrescia.

En Roma, donde lució un sol espléndido, inmensas multitudes se echaron a la calle, en bicicleta o a pie, con la única compañía del transporte público (taxis y autobuses). La jornada tuvo un tinte festivo gracias a las medidas suplementarias decididas por el Ayuntamiento y el Gobierno. Museos gratis, autobuses gratis y mercadillos improvisados en muchas plazas del centro.

Otro tanto ocurrió en Milán, donde la contaminación obligará hoy a impedir la circulación de los coches que no tenagn instalado catalizador, y en Nápoles, ciudad que por su cuenta ha venido reduciendo al tráfico las calles del centro histórico durante unas pocas horas los domingos.

El objetivo de las autoridades es doble: por un lado, limitar la contaminación atmosférica, que preocupa seriamente en Italia, donde con frecuencia ciudades como Turín, Milán o Roma superan los valores máximos de anhídrido carbónico que permite la Organización Mundial de la Salud (10 microgramos por metro cúbico).

Por otro lado, la medida pretende animar a los italianos, incondicionales del automóvil y de los motorinos, a utilizar el transporte público, auténtica cenicienta de la administración municipal.

La medida de cerrar al tráfico privado el centro histórico de las ciudades un domingo al mes apenas repercutirá en la limpieza del aire. Según Ivo Allegrini, director del Instituto de Contaminación Atmosférica, la alegre jornada de ayer, festejada como un punto de inflexión en las relaciones de los italianos con sus espléndidas ciudades, "sólo reducirá en un 2% la contaminación" de la atmósfera. Allegrini recalcó que aunque el número de domingos sin tráfico aumentara a todos los del mes, la disminución sólo llegaría al 7%, "un valor insuficiente para provocar un cambio radical en la calidad del aire que respiramos".

Postura ecologista

La medida tampoco convence plenamente a los ecologistas. Para empezar, Legambiente, la organización más potente del movimiento medioambientalista, exigió ayer mano dura contra el uso del automóvil en la ciudad que, lejos de ser una ayuda para el ciudadano medio, se ha convertido en su verdugo.

"Los gestos simbólicos como los domingos sin coche deben acompañarse con medidas más sólidas", reclamaron ayer los presidentes de Legambiente y del WWF, que proponen un referéndum sobre el tráfico privado en las ciudades italianas. A aquellos que defienden el coche como única fórmula para llegar a tiempo a las citas, la organización ecologista les responde con los datos nada optimistas de un estudio práctico realizado en las tres ciudades más pobladas de Italia, Roma, Milán y Nápoles.

Atravesar Roma de punta a punta (los 20 kilómetros que separan la basílica de San Juan de Letrán de la de San Pedro en línea recta), requiere invertir 2 horas y 20 minutos, lo que representa una velocidad media de unos 8,5 kilómetros por hora.

Los coches corren todavía menos en Nápoles, donde la media se sitúa en 7 kilómetros por hora, mientras en Milán mejora ligeramente la media de velocidad, acercándose a los 10,7 kilómetros por hora. Es decir, el automóvil es, además de un medio contaminante, lento. Legambiente no ofrece, sin embargo, los tiempos medios de un recorrido en autobús.

Bienvenidos al autobús

Todas las medidas son buenas para aumentar la popularidad (en estos momentos muy baja) del transporte público en una ciudad como Roma. Con una red de metro de juguete, la capital italiana se ve obligada a basarse en el transporte de superficie, sujeto a las vicisitudes de un tráfico normalmente caótico.

Por lo que parece, la normativa de la Atac (la sociedad que gestiona los transportes municipales), que prohíbe abordar los autobuses a los pasajeros con perro (siempre que no sea una minúscula mascota), ha alejado a no pocos hipotéticos usuarios de este transporte.

Pues bien, ayer la Atac rompió una lanza en favor de los perros grandes autorizándoles a abordar los autobuses, por otra parte, gratuitos.

La decisión fue adoptada por votación de la junta directiva, a propuesta de la concejala que vela por los derechos de los animales en el Ayuntamiento de Roma, Mónica Cirinnà.

La medida, de momento experimental, no contempla más que la posibilidad de admitir a un perro por autobús, siempre que el animal vaya provisto de bozal y con correa y suba al vehículo por la puerta delantera.

La misma disponibilidad se hizo extensiva ayer al metro y a los trenes. En seis ciudades, los billetes de los usuarios fueron gratis, mientras en otras su precio fue reducido a 120 o 150 pesetas cada uno.

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