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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El laberinto de Barak

En un momento muy delicado del proceso de paz de Oriente Próximo, el primer ministro israelí, Ehud Barak, ha tropezado con un escándalo cada vez más común en las democracias occidentales: el descubrimiento de graves irregularidades en la financiación de su partido.El pasado 27 de enero, el equivalente israelí del Tribunal de Cuentas acusaba a la coalición laborista en el poder de vulnerar la ley por recibir durante la campaña electoral donaciones, normalmente procedentes del extranjero, a través de gran número de asociaciones sin ánimo de lucro creadas al efecto. Como consecuencia de ello, la policía ha abierto una investigación contra esa fuerza política bajo las acusaciones de fraude, corrupción, falsificación de documentos y abuso de confianza. Aunque también la oposición del Likud se halla bajo sospecha, el monto de los donativos recibidos por los laboristas (400 millones de pesetas) supera en mucho al de cualquier otro partido y la cercanía de los implicados a Barak (su jefe de campaña, un cuñado, y el secretario general del Gabinete) arroja serias dudas sobre las protestas de inocencia del primer ministro.

La coalición Un Solo Israel deberá pignorar hasta el mobiliario para hacer frente a la multa que le ha sido impuesta (casi 200 millones de pesetas más la restitución de lo recibido) si no prospera el recurso que va a interponer. Pero lo más grave es que este escándalo se enmarca en el siguiente cuadro: negociaciones con Siria, interrumpidas sin fecha de reanudación; durísimo sprint para suscribir un proyecto de acuerdo de paz con los palestinos antes del 13 de febrero, fecha de improbable cumplimiento; calentamiento de la frontera libanesa, donde en los últimos días han muerto por acciones de la guerrilla de Hezbolá tres soldados israelíes y un coronel de la milicia cristiana a sueldo de Jerusalén; acusaciones contra su correligionario laborista, el presidente Ezer Weizmann, de haber sido obsequiado con grandes sumas por un mecenas francés. En estas circunstancias, Barak podría ser incapaz de arrastrar a la opinión israelí a aprobar en referéndum la evacuación de las colinas sirias o el sur de Líbano si hubiera acuerdo con Damasco.

Sin duda hay que hacer justicia tanto en tiempo de paz como de guerra, por lo que la debilidad actual de Barak es de su entera responsabilidad, conociera o no la financiación irregular. Pero también cabría desear que la opinión israelí separara unas cosas de otras. Los litigios internos no deberían impedir aprovechar una oportunidad de paz. La merecen israelíes y árabes en primer lugar, pero también el mundo entero.

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