Discursos electorales y realidad económica
Eduardo Zaplana aprovechó la convocatoria de las elecciones generales para arrancarse con unas declaraciones en las que, con el triunfalismo que en él es habitual, venía a decir que la Comunidad Valenciana es una de las regiones más prósperas de Europa. Aunque la cita no es textual, a nadie extrañará, puesto que este tipo de manifestaciones son ya clásicas en nuestros dos gobiernos: el de la Generalitat y el de España. Sin el menor ánimo de pedir responsabilidades -que suelen ser muy compartidas-, pero sí con la clara voluntad de aportar soluciones, pienso que los responsables actuales debieran decir -al menos con la misma insistencia con que se empeñan en ocultar la realidad- las cosas como son, para así posibilitar lo que debe ser una aspiración común: Hacer de la Comunidad Valenciana una región europea próspera, con una prosperidad que llegue a todos. Habrá que decir que tenemos importante problemas estructurales que nos sitúan en una posición de retroceso en los últimos años con respecto a la media de las comunidades españolas, no sólo en el crecimiento del PIB o de la renta, sino que en lugar de acercarnos a Europa nos alejan de ella.En el artículo anterior sostenía, siempre utilizando cifras de organismos independientes -en ese caso el Servicio de Estudio de las Cajas de Ahorro- que desde que gobierna el Partido Popular, nuestra Comunidad había crecido siempre, sin ningún año de excepción, por debajo de la media española, lo que no era en absoluto habitual (normalmente, aunque en las fases de recesión se entrara antes como consecuencia de nuestra mayor apertura al exterior, en las fases de recuperación se crecía más).
Como clara consecuencia de lo anterior, y a pesar de la prosperidad de la que hacen gala nuestras autoridades, la convergencia real con Europa va ahora peor en la Comunidad Valenciana que en España. Citando ahora otra reciente publicación, también independiente y tremendamente acreditada en España por sus estimaciones, como es la Renta Nacional de España y su distribución provincial editada por la Fundación BBV, que reúne las cifras del PIB desde 1959, podemos ver claramente cuál ha sido la evolución de la convergencia real de España y la Comunidad Valenciana con la Unión Europea.
Como puede verse claramente en el cuadro número 1, la Comunidad Valenciana ha seguido históricamente una evolución que siempre ha sido superior a la media española y por lo tanto, más cercana a la Unión Europa, salvo en el caso de 1975 en que prácticamente se igualaron las dos. Sin embargo a partir de 1995, primer año de gobierno del Partido Popular, en el que todavía estábamos por encima de la media española, esto empezó a cambiar, y ha seguido así hasta 1998 que son las últimas cifras disponibles.
Seguramente los problemas no empezaron todos con el actual gobierno, pero lo que sí es evidente es que se han acrecentado con él. Mientras se sigan haciendo declaraciones triunfalistas no se toma conciencia de la realidad.
Se ha dicho que parte de la explicación se debe al aumento de población que se ha producido en esta Comunidad y efectivamente, esto puede ser cierto, pero ni somos los que hemos crecido más en población -en general todo el Mediterráneo ha aumentado-, ni ha ocurrido lo mismo en otras comunidades que han crecido más en población que la Comunidad Valenciana y a su vez han aumentado su PIB por encima de la media nacional.
Podría aducirse que las tres provincias han tenido un comportamiento desigual, y sería cierto. Castellón, por ejemplo, ha crecido más que Valencia y Alicante y se encuentra por encima de la media nacional en renta, así como también Valencia aunque algo menor. Pero para los dos últimos años disponibles, 97 y 98, las tres provincias han disminuido su participación en el conjunto nacional de acuerdo con el estudio del BBV, según se puede observar en el cuadro número 2.
Como puede verse, la evolución de las tres provincias es la misma, negativa y sin duda algo habrá tenido que ver la política actual.
Del cuadro general de la convergencia con Europa también cabe deducir consecuencias para la política española, muy especialmente por la lentitud y los altibajos que parece llevar. Todo ello debe ser objeto de reflexión no sólo para pedir responsabilidades, que no es mi intención, sino para sacar a la luz las causas y, sobre todo, para intentar aportar las soluciones cada vez más complejas en el panorama actual.
¿Cuáles son esas causas? Sin duda se pueden apuntar muchas, pero entre las más claras y las que más me interesa destacar por su prioridad absoluta está en primer lugar la insuficiencia de inversión en el sistema educativo, que sitúa a la Comunidad Valenciana por debajo de la media española en muchos índices educativos y que también alimenta como en el conjunto de España un elevado fracaso escolar. También en este caso se podría decir que todo no es responsabilidad del actual gobierno, pero si se mira la evolución del gasto educativo, se verá claramente el esfuerzo anterior.
Para ver nuestra posición relativa y lo mucho que queda por hacer en educación, basta con remitirse al Tercer estudio internacional sobre las Matemáticas y las Ciencias, realizado en 1995, que evalúa a los alumnos de 8º curso de escolaridad. Las notas medias de la asignatura de matemáticas indican que España, sobre un total de 15 países analizados, ocupa el tercer lugar por la cola, superando únicamente a Grecia y Portugal. Un dato que por sí mismo indica cuál debería ser nuestra prioridad.
La segunda causa de nuestra actual posición cabe buscarla en la ineficiencia de las políticas de investigación y desarrollo que alejan a España de Europa; a la Comunidad Valenciana de España y que, además, nos distancia especialmente de comunidades como Madrid o Cataluña, e incluso de Andalucía, que también dedica más recursos a esta actividad.
Junto con estas cuestiones sin duda hay otras muy importantes, pero valdría la pena que nuestros gobernantes tomaran conciencia de que no es posible perder más tiempo en declaraciones y adoptar decisiones con esta clara prioridad, que para ser eficaz no puede limitarse al sector público sino que hay que convencer al sector privado que es, en este capítulo, el que más lejano está de los niveles medios europeos.
Descuidarlo nos aboca permanentemente a tener que competir en el mundo con bajos salarios y precariedad laboral (en precariedad sí que estamos por encima de la media española).
Un dato importante a tener en cuenta que sin duda también choca con el discurso oficial y quizá también con una opinión bastante extendida es que la Comunidad Valenciana en los últimos años no sólo no aporta solidaridad a las demás comunidades españolas, sino que es perceptora de la misma. Pero también en esto nos va mal la época actual.
A pesar de que tenemos menos renta relativa, recibimos menos solidaridad.
Joan Lerma es ex presidente de la Generalitat Valenciana.
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