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Muere la bailarina Rosario, legendaria pareja de Antonio

El pasado lunes fueron incinerados en Madrid los restos mortales de Rosario, nombre artístico de la bailarina-bailaora Florencia Pérez Padilla, que fuera pareja artística de Antonio Ruiz Soler durante más de 30 años. Rosario murió el pasado viernes a la edad de 82 años. Había nacido en Sevilla en 1918 y siendo una niña comenzó sus estudios de danza en la Academia de Realito, donde conoció a Antonio. Es Realito quien les une como pareja de baile y les incluye en su cuadro flamenco. Esos primeros pasos serán el fermento de Los Chavalillos Sevillanos, nombre con el que darían la vuelta al mundo ofreciendo recitales en pareja y con un repertorio que abarcaba los distintos estilos de la danza escénica española. Rosario estudió también en Sevilla con la familia Pericet y con La Macarrona. En una ocasión, en 1937, compartieron cartel Rosario y Antonio con Carmen Amaya en Buenos Aires. La cadena de triunfos, buenas críticas y éxito popular les llevaron a Hollywood y a Broadway.La principal particularidad del estilo de Rosario estuvo en que se acompañó de su propio canto para bailar en una época temprana de su carrera. Tras la ruptura de la pareja artística con Antonio, Rosario intentó varias aventuras empresariales propias y llega a tener compañía, la que alterna con sus recitales en solitario.

En 1955, Rosario y su grupo son seleccionados para participar en el Festival de Granada en los Jardines del Generalife, donde estrena el ballet Sortilegio de la luna, creado expresamente para ella por Matilde Salvador. En 1958 baila en el pabellón de la Exposición Universal de Bruselas. Y no es hasta 1962 que se reencuentra con Antonio en condiciones muy diferentes de aquellos niños prodigio que habían ido a la Exposición Internacional de Lieja de 1928. Ahora son dos artistas maduros que habían redondeado su personalidad por separado. A partir de entonces, la gran pareja del baile español se reunió intermitentemente siempre bajo el paraguas de la compañía de Antonio, donde solía aparecer como artista invitada en cabeza de cartel.

Rosario fue una bailarina de gracia y temperamento. Su perfil estético se corresponde con un género de artistas hoy prácticamente desaparecido. Antonio y ella se daban sobre la escena la réplica en el brillante desarrollo de sus dúos, donde el reto estaba servido entre el virtuosismo, la espectacularidad y el refinamiento; era una bailarina de gran belleza. Menuda, de gráciles proporciones, también adquirió fama por la calidad y buen gusto de su vestuario de tradición. Tocaba con transparencia los palillos, y al retirarse se dedicó a la enseñanza en su escuela privada madrileña.

En los primeros tiempos del Ballet Nacional de España apareció como figura invitada.

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