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Los generales aseguran que Mahuad trató de dar un autogolpe en Ecuador

Juan Jesús Aznárez

El Gobierno del derrocado presidente Jamil Mahuad, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Benjamín Ortiz, propuso al generalato ecuatoriano un fujimorazo, un autogolpe, para ocupar todos los poderes del Estado y abordar sin obstáculos parlamentarios o judiciales la crisis social y financiera que desencadenó el fallido golpe cívico-castrense del viernes. La imputación fue hecha por el general Carlos Mendoza y el nuevo ministro de Gobierno (Interior), Francisco Huerta.

Evidentes la fragilidad institucional y la tentación totalitaria en Ecuador, confuso el cruce de acusaciones entre militares y civiles sobre golpismo y decencia, el dirigente indígena Antonio Vargas denunció que "más de 200" simpatizantes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) han sido detenidos. En una conferencia de prensa desarrollada ayer en Quito, que los suyos acompañaron con gritos de "¡viva los indígenas!" y "¡abajo los traicioneros!", Vargas acusó al alto mando ecuatoriano, encabezado por el general Telmo Sandoval, de haber tratado de conservar todo el poder después de haber sofocado la rebelión de los coroneles y los indígenas. "Lo impidieron EEUU y la derecha de Guayaquil". "Como los generales y la oligarquía son corruptos, ninguno de los dos quería dejar al otro todo el poder. Los mismos que saquearon al país pusieron a Noboa como presidente".

La depuración de responsabilidades, la catarsis nacional en curso después del fracaso de la sublevación, secundada por los 120 cadetes de la Academia de Guerra, impiden la normalización de este país latinoamericano, que se adentra en un proceso político y económico complicado, y cuyo presidente, Gustavo Noboa, prometió luchar personalmente contra la corrupción. El jefe de Gobierno, vicepresidente en el Gabinete de Mahuad, invitó a la dirección indígena a debatir con él las reclamaciones detrás del golpe. Y Vargas adviritó: "Si no nos atienden. Volveremos pronto, sin confiar en nadie. Podemos ser mucho más duros".

Pocos parecen confiables y limpios de culpa en Ecuador, y, a juzgar por las graves imputaciones surgidas desde diversos frentes, la democracia fue un bien en almoneda durante las últimas semanas. El general Mendoza, jefe del Ejército durante la asonada, y ministro de Defensa de Mahuad en sustitución del general retirado José Gallardo, proclamó públicamente que las convicciones democráticas en el Gabinete del depuesto presidente eran tan débiles que el titular de Exteriores, Benjamín Ortiz, y otros ministros plantearon romper el orden constitucional, como lo hizo en abril de 1992 el presidente peruano, Alberto Fujimori. "Por suerte, la instititucionalidad de las Fuerzas Armadas lo impidió", manifestó el ministro Huerta. El canciller y otros supuestos conspiradores negaron los cargos.

Las principales acusaciones contra la presidencia de Mahuad fueron efectuadas por Mendoza, el jefe militar que primero apoyó el triunvirato cívico-castrense integrado por Vargas, el ex presidente del Tribunal Supremo Carlos Solórzano, y él mismo, y lo abandonó a las tres horas para "evitar un derramamiento de sangre". Según su relato, ofrecido ayer en otra conferencia de prensa, el autogolpe fue planteado por Ortiz a los comandantes en jefe del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea, al propio jefe del Comando Conjunto, general Telmo Sandoval, y a otros altos mandos del cuerpo de Policía.

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