La verdad y la mentira del cante
El círculo sigue sin cuadrar. Es imposible. El programa que hizo José Mercé el sábado en el Palacio de Congresos se ajustó al pie de la letra a las pautas establecidas desde que salió ese disco famoso, Del amanecer, del que la discográfica asegura haber vendido más de 150.000 copias.Es decir, una primera parte de cante ajeno al disco y por derecho -tonás, malagueñas, siguiriyas, fandangos, ahí es nada- y una segunda parte con eso de las pilas alcalinas, la primavera y demás. Y entre col y col, dos temas instrumentales del grupo y un toque por siguiriyas en solitario de Moraíto Chico, doliente y jondo.
Mercé no deja la muleta del cante por derecho en sus conciertos. Y hace bien, porque ésta es quizá la excusa para que su público más fiel no le falte. Este público le oye los dos o tres cantes de respeto a que antes me refería y se queda ya tranquilo, porque ha oído al cantaor que quiere oír, uno de los grandes cantaores de este tiempo sin duda alguna.
José Mercé Guitarras: Moraíto Chico y Diego El Morao
Bajo: José Losada. Percusiones: Piraña y César Moreno, Güito. Coros y palmas: Antonio y Rafael de los Reyes, Ángela Bautista y Desirée Soto. Palacio de Congresos y Exposicines, Madrid, 21 de enero.
Y ahí, en esos cantes, José Mercé da siempre cumplida fe de su clase de cantaor y de su conocimiento y su dominio de los estilos flamencos sin postizos.
Pero no nos engañemos. El público mayoritario en estos conciertos son jóvenes conquistados por la música pegadiza del disco en cuestión. Lo pasan bomba, aplauden en pie, gritan entusiasmados. Tampoco ellos saldrán defraudados, en definitiva, con lo que Mercé habrá cumplido el doble objetivo, tan difícil de acordar en sus términos, de gustar a unos y otros. Así que todos contentos.
¿Todos contentos? No sé. A mí me parece que esos temas ligeros del disco, aún contentando a una audiencia incluso mayoritaria, desde el punto de vista flamenco no son tan verdaderos. Aunque lleven un compás, aunque se ajusten a ritmos claramente definidos en el flamenco, como tangos, como alegrías, como bulerías. Porque Mercé les está dando un tratamiento por completo ajeno a ese arte: pedir coros y palmas al público, por ejemplo.
Quiéralo o no, está aliviando los cantes, restándoles jondura. Y son otra cosa, de eso no cabe duda.
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