Firme voluntad de normalizar relaciones con España
Una de las primeras y más difíciles labores del nuevo presidente chileno en el campo de la política exterior será la reconstrucción de las relaciones con España. Aunque el caso Pinochet ha dejado abiertas en este país heridas que no serán fáciles de cerrar, Ricardo Lagos y la Concertación cuentan en España con amigos y correligionarios políticos que podrían ayudar a acelerar el proceso de normalización. Joaquín Lavín, respaldado por fuerzas políticas que hasta hace pocos meses pedían la ruptura de relaciones diplomáticas, carecía de interlocutores en Madrid.Pese a haber sido dos veces ministro de Gobiernos de la Concertación, Lagos ha conseguido personalmente mantenerse bastante al margen de la tensión vivida con España desde la detención de Pinochet. No ha sufrido, por tanto, el desgaste personal que otros dirigentes de centro-izquierda en el diálogo con las autoridades españolas y parece estar en condiciones de afrontarlo desde una nueva perspectiva, sobre todo cuando se consume el regreso de Pinochet a Santiago. Ningún portavoz de la Concertación quiere anticipar cuándo y con qué iniciativas va a intentarse la normalización de relaciones, reducidas, en el plano político, al mínimo nivel desde hace 15 meses, aunque se ha mantenido un constante crecimiento del intercambio comercial entre los dos países que ha llevado a España a convertirse en el principal inversor extranjero en la actualidad. Los actuales colaboradores de Lagos anticipan que, a la sombra de esos intereses económicos, se producirá una rápida reconstrucción de las relaciones en otros planos.
Mucho más complicado hubiera sido el trabajo de Lavín si las urnas le hubieran elegido. Su partido, la Unión Democrática Independiente (UDI), perdió hace años el contacto con el Partido Popular, que escogió a la Democracia Cristiana -uno de los partidos de la Concertación- como su socio en Chile. Un dirigente de la UDI se quejaba recientemente de que, con su política, el PP está ayudando a la elección de un presidente socialista en este país, en perjuicio del aspirante conservador. Lavín era consciente, sin embargo, de la necesidad de reanudar, antes que nada, el diálogo con el PP, y confiaba en que a eso ayudara a su proyecto de convertir al partido que recoge la herencia del pinochetismo en una fuerza de derecha cristiana en la línea de los partidos populares europeos.
En cualquier caso, Lavín habría tenido que vencer antes la resistencia de un importante sector de su partido que organizó los actos de protesta en la puerta de la Embajada de España en Santiago y que quiere romper los lazos con España de forma permanente. A su favor, Lavín contaba con el apoyo de la clase empresarial, que ha seguido haciendo negocios con España al mismo tiempo que hacían declaraciones en contra del Gobierno y los políticos españoles.
Fuentes diplomáticas españolas reconocían ayer el convencimiento de que, cualquiera que fuera el vencedor, existe la voluntad por parte de los principales dirigentes políticos chilenos de dejar atrás el caso Pinochet.
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