_
_
_
_
_
Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Con el pandero cuadrado

Siempre en ese terreno difícil de la recreación contemporánea del patrimonio folclórico, Ibérica de Danza madura junto a un experto e inspirado grupo de músicos serios, de alta calidad. En este espectáculo que es como un compendio de su lustro de trayectoria creativa, música y baile se dan la mano en una búsqueda donde la tradición no es un pretexto sino una motivación formal y de principios. Es así que pasamos dos horas largas entre jotas, danzas cortesanas, flamenco estilizado, ritmos mozárabes y hallazgos modernos enlazados a la investigación sonora, a la sorpresa que puede dar el olvidado pandero cuadrado (verdadera arqueología), el chistu o pito con tambor, la zanfonía (que aún recibe otros nombres exóticos), la voz sobre letras que recuerdan romances sin serlo... A todo ello hay que sumar el trabajo propiamente coréutico, el cómo y en cuándo al asentar sobre la escena danzas que proceden de un corro ajeno.La línea de trabajo de Segovia y Ruiz rezuma buena cultura y paciencia. Se han sabido rodear de personas expertas en sus terrenos (Juanjo Linares, María José Ruiz) de modo que pisan y saltan sobre seguro. Algunas obras llaman a la reflexión desde un aparente eclecticismo, la licencia de bordar sobre una tela que ya antes fue tejida y vuelta a destejer, pero es que el ejercicio de la danza permite en sus fueros más severos ahondar sobre pisada ajena o antigua, rascar el muro en busca del fresco oculto, y cuando se acierta, estamos ante una esencia que cambia de traje, acaso de dinámica, pero no de verdad esencial, de motivo de ser ejecutada una y otra vez.

Las coreografías de Ibérica están presentadas sobre un escenario desnudo en el que se proyectan texturas abstractas, las luces quieren ser solares, pero a veces son pocas para esos bailes de tanto detalle al bolillo; el vestuario es muy hermoso y tiene un regusto por las referencias (de la falda charra salamantina a un reducido sayo pluvial ansotano). Los bailarines se adaptan a cambios repentinos de estilo y forma, lo que ya es mérito, y destaca otra vez Germán Cabrera, en origen un artista de formación académica que ha evolucionado prismáticamente hacia lo contemporáneo y el folclore. Su trabajo como el Espíritu de la Danza, siempre sobre las puntas clásicas y evocando posturas de danzas masculinas eslavas donde se usan, es de un tirante lirismo que al mismo tiempo emociona y desconcierta. Tal fue el entusiasmo del público, que los artistas fueron coreados al bisar el final de su Jota chaconeada.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_