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Las pasarelas de Milán coronan al hombre objeto del año 2000

Será porque las grandes firmas de moda italiana trabajan con igual entrega para ambos sexos, pero lo cierto es que la moda masculina para el otoño-invierno de 2000 que se ha exhibido por las pasarelas de Milán (los desfiles terminaron ayer) da un paso más en la exploración del lado femenino del hombre. Junto a la sobriedad lujosa de los trajes masculinos clásicos, han desfilado indumentarias desbordantes de fantasía y libertad, atributos hasta no hace mucho exclusivos de la moda femenina.

Camisetas de lamé, trajes de paillettes, tangas mostrados de forma insinuante bajo abrigos de visón, capas de mutón, abrigos cortos en piel de avestruz, sin olvidar el bolso, accesorio conquistado también por este hombre-objeto que triunfa en Milán, dispuesto a redefinir el concepto de masculinidad. Naturalmente, se trata sólo de propuestas, condenadas muchas de ellas al más absoluto fracaso porque el mercado masculino, en su conjunto (incluso el italiano), sigue mostrándose muy tímido a la hora de las adquisiciones. No es fácil imaginar al hombre de la calle (y la moda aspira a llegar a él) luciendo una de las capas de piel de mutón, por ejemplo, confeccionada por las hermanas Fendi, que dan al portador un aire extraño de mago de la tribu. Viendo a los espléndidos modelos de Valentino lucir sin complejos las chaquetas sin mangas que propone uno de los modistas más clásicos del Made in Italy es difícil pensar que esta prenda llegue a ser un éxito de ventas. Pero, ¿quién sabe? La moda es una de las grandes industrias italianas y mueve miles de millones de pesetas al año.

La colección de Prada ha apostado este año por una especie de revival años sesenta, con abrigos hasta la rodilla y trajes muy clásicos, en telas tan tradicionales como el príncipe de Gales o la pata de gallo. Los abrigos, eso sí, son de piel. Material que triunfa, para desesperación de los defensores de los animales, en casi todas las colecciones presentadas. Pieles de avestruz, pitón, mutón y visón se han visto hasta la saciedad en esta edición de Milano Uomo.

Por lo demás, la moda masculina parece decidida a desterrar al varón por encima de los 30 años. El modelo de efebo que propone Prada no está muy lejos del que desfila para Armani: barbilampiño, delicado de rasgos, con el pelo ligeramente a lo beatle, o cortísimo como el de un marine. Varía sólo la inspiración. Un lujo de tejidos sedosos, pantalones anchos combinados con casacas largas, en el caso de Armani, que ofrece también ropa casi ponible a los menos atrevidos. Un poco más chirriante el chico Gucci, vestido con chaquetas y pantalones de telas adamascadas, o recamadas con paillettes. Trajes que resultan sobrios comparados con las casacas de piel de lobo teñidas de rojo que propone Roberto Cavalli. Y en una línea de excesos, Dolce& Gabbana propone ropa confeccionada con antiguas telas venecianas realizadas por artesanos que trabajan para la Iglesia. Un par de estos pantalones primorosos cuesta más de cuatro millones de pesetas.

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