Una maraña de empresas esconde a los culpables de la marea negra del "Erika"
Lionel Jospin denuncia los peligros de "una mundialización desatada"
La marea negra vertida por el petrolero Erika continúa desplazándose hacia el sur, mientras miles de personas limpian las playas del litoral atlántico francés. Ayer, un segundo robot submarino acudió en auxilio del primero de esos aparatos, el Abyssub, que quedó encallado el domingo cuando inspeccionaba la popa del Erika. Una maraña de empresas interpuestas y sociedades pantalla hace difícil exigir responsabilidades por la catástrofe.
El primer ministro francés Lionel Jospin indicó ayer que el desastre ilustra los "peligros de una mundialización desatada, impulsada por el capitalismo salvaje", e insistió en que los países de la Unión Europea deben arbitrar medidas mucho más severas de control sobre los transportes petroleros para evitar accidentes o, en su caso, poder reclamar las responsabilidades correspondientes.En el hundimiento del Erika, la depuración judicial de responsabilidades va a tropezar con una maraña de empresas interpuestas y sociedades pantalla que probablemente impedirá que el caso pueda ser aclarado. De ahí las fuertes presiones que Lionel Jospin ejerció la pasada semana sobre la dirección de TotalFina, la empresa fletadora del barco que niega tener responsabilidad alguna en el naufragio y que ha interpuesto una denuncia contra el armador del buque. Como fruto de esas presiones y de los llamamientos de boicoteo efectuados por los ecologistas, TotalFina va a contribuir con 40 millones de francos (1.000 millones de pesetas) -la misma cifra invertida ya por el Gobierno-, a la limpieza de playas y cargará con los gastos de la operación de recogida de las 20.000 toneladas de petróleo que el Erika guarda en sus tanques.
Aunque hasta el momento el único procesado es el capitán del barco, el indio Krun Mathur, las diligencias por "riesgos para terceros" abiertas por el juez parisiense Dominique de Talancé van dirigidas igualmente contra "otros responsables morales", lo que sitúa dentro del campo de la investigación al conjunto de las empresas y sociedades que intervinieron en el transporte.
La armadora del barco, la sociedad Tevere Shipping, instalada en Malta para aprovechar las facilidades fiscales del pabellón maltés, es en realidad propiedad de la familia italiana Saverese, establecida en Nápoles. Los fletes de la sociedad los gestiona, al menos parcialmente, otra sociedad italiana, Panship Management, instalada en Rávena. La explotación temporal del barco estaba encomendada a la compañía Selmont Internacional, con sede en Nassau (Bahamas), aunque, según el diario Libération, no existe traza alguna de esa sociedad en el registro de la Cámara de Comercio de esa capital.
El accionista exclusivo de Selmont Internacional es Morimor Trust, detrás del cual se encuentra el gabinete de abogados Morgan y Morgan, que ofrece como reclamo la posibilidad de "crear una compañía en 48 horas sin necesidad de desplazarse a Las Bahamas". A su vez, la gestión del transporte estaba asignada a la sociedad Amarship, con base en Lugano (Suiza), mientras que la recluta de marineros recaía en una sociedad india.
Parte de las diligencias van dirigidas a establecer la realidad de los controles teóricamente superados por el Erika, particularmente al librado por la sociedad italiana Rina. El petrolero fue comprado en 1998 por su actual armador y debería haber sido sometido a importantes reparaciones en esa fecha.
Lo cierto es que las secuelas de la marea negra, que ha causado ya la muerte de unas 18.000 aves, son cada día más evidentes en la cornisa cantábrica. El Fondo Asturiano para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) localizó ayer en varios puntos de la costa asturiana un alcatraz y varios araos con síntomas de diarrea por la ingestión de combustible al limpiarse las plumas, informa Javier Cuartas.
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