El Concierto de Año Nuevo resalta el espíritu cosmopolita de Europa
Riccardo Muti dirigió la ceremonia, que fue vista por 50 millones de telespectadores
La Orquesta Filarmónica de Viena inauguró el 2000 con un Concierto de Año Nuevo dirigido por Riccardo Muti dedicado al espíritu cosmopolita de Europa. La grabación de este célebre ritual de valses que 50 millones de espectadores de 40 países pudieron ver ayer en directo por televisión estará a la venta en disco compacto ya el próximo día 11 de enero.
La ceremonia, retransmitida desde el esplendoroso salón del Musikverein, concluyó, como siempre, con la marcha de Radetzky, de Johann Strauss padre, y comenzó con el Vals de la Laguna. Esta pieza, así como la Polca helénica y la Polca de Albio, fueron elegidas en esta ocasión para completar un repertorio especialmente "europeo", que reflejara el espíritu cosmopolita de los compositores de la familia Strauss, y la estrecha relación entre las naciones del continente.Durante los preparativos, Riccardo Muti, director artístico de la Scala de Milán, dijo que "como europeo" lo que le preocupa es que "el interés por la cultura se está perdiendo y ésta es una vía peligrosa para el futuro" . En concordancia con estos temores, antes de empuñar la batuta sobre el escenario para los primeros acordes del Vals del Danubio Azul, Muti -que dirigía el Concierto de Año Nuevo por tercera vez (las dos anteriores fueron en 1993 y 1997)- dijo que para el nuevo siglo desea que "el mundo aprenda a disfrutar de la música", lo que a su parecer es sinónimo de espiritualidad y cultura. En nombre de la Filarmónica de Viena, expresó los augurios de "paz, felicidad y hermandad", y añadió que "la música puede ayudar de muchas maneras, los músicos han sido a menudo embajadores en el mundo".
El concierto, que coincidió con el fin de las celebraciones del centenario de la muerte de Johann Strauss hijo, pudo verse como una oda al siglo antepasado. Para ilustrar el Vals del Danubio Azul se mostraron por televisión las imágenes más tópicas de la Viena turística. También muy añejas se presentaron las piezas de Johann y Josef Strauss que representaron en danza el bailarín ruso Vladímir Malakhov y la compañía de ballet de la Ópera de Viena, en coreografías de Renato Zanella y trajes del modista francés Christian Lacroix.
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