_
_
_
_
DESASTRES EN EUROPA

Francia declara el estado catastrófico en 60 de los 83 departamentos que componen el país

El Gobierno francés declaró ayer el estado de catástrofe natural en 60 de los 83 departamentos del país y reforzó con 6.000 soldados las brigadas de trabajadores públicos que tratan de levantar los tendidos eléctricos, despejar las vías férreas y de carretera y restañar los daños, inmensos, causados por los pasados vendavales. A falta de una cifra definitiva, se calcula que los daños económicos superarán con creces los 30.000 millones de francos (750.000 millones de pesetas). Los vientos huracanados han provocado una terrible devastación en el magnífico parque forestal francés.

Más información
Electricidad española para evitar los apagones
Las avalanchas de nieve se cobran 12 vidas en las cumbres del Tirol

Unos 60 millones de metros cúbicos de árboles han sido arrasados, echando por tierra décadas de trabajo. El Ministerio de Cultura adelantó ayer 400 millones de francos (1.000 millones de pesetas) para hacer frente a los destrozos causados en la catedral de Notre Dame, en París, en la de Ruán, en el castillo de Versalles y en otros edificios emblemáticos del patrimonio francés.Sin luz, sin agua, sin calefacción, millones de franceses se disponen a despedir el año en una situación de precariedad e inquietud desconocidas, con la mirada puesta en el cielo y en los ríos que siguen creciendo de caudal y amenazan con desbordarse. Aunque la preocupación es general -las aguas del Sena inundan las vías bajas de circulación que discurren a sus márgenes-, la inquietud se centra particularmente en el Loira y el Sarthe, que han superado las cotas de alerta. Los fabricantes de velas trabajan a pleno rendimiento estos días para hacer frente a la extraordinaria demanda de los comercios, y las tejas y los materiales de bricolaje comienzan a escasear en el mercado francés.

En contraste con el brillo festivo de los múltiples actos programados para celebrar la entrada en el nuevo milenio, el fin de año francés de 1999 parece caracterizado por la sensación de desastre y de luto, teñido simbólicamente por la marea negra del petrolero Erika que sigue ensuciando su costa atlántica.

La cifra de muertos ascendió ayer a 74. Entre las víctimas figura el antiguo jefe de Estado Mayor del Ejército general Guy Mery, que fue arrastrado por el vendaval en Cannes. Un millón largo de hogares permanecen sin electricidad, pese a los denodados esfuerzos de los 52.000 empleados movilizados por la empresa pública Electricidad de Francia (EDF). El debilitamiento progresivo de las baterías de emergencia de las centrales telefónicas privadas de electricidad incrementó ayer a un millón el número de franceses privados de teléfono. La falta de corriente impide el tratamiento del agua potable y el ordeño y conservación de la leche. La penuria ha llevado al prefecto de Charente a racionar la venta de botellas de agua mineral, que ha quedado restringida a tres unidades por persona y día.

A cambio, el tráfico ferroviario mejora sensiblemente, y las anomalías, que deben quedar superadas antes del fin de semana, sólo afectan ya a un 20% de la red. El suroeste francés, particularmente Burdeos, es sin duda la zona más castigada. El tráfico aéreo está prácticamente restablecido, al igual que la circulación por carretera. La declaración de catástrofe natural en la mayor parte del país facilitará notablemente el cobro de las indemnizaciones en la medida en que no hará falta probar ante las aseguradoras la realidad del siniestro. Con toda seguridad, las compañías de seguros aumentarán sensiblemente sus tarifas el año que viene. El Gobierno adelantó ayer un préstamo de 100 millones de francos (2.500 millones de pesetas) a los pequeños municipios más dañados por los temporales que carecen de medios suficientes para hacer frente al desastre.

Mientras, la marea negra desatada por el naufragio del petrolero Erika continúa marchando hacia el sur y amenaza ahora el estuario del Loira, una zona de alto valor ecológico, punto de concentración de las aves migratorias. París ha aprobado una ayuda de 1.000 millones de pesetas a tareas de limpieza en las playas.

Para los habitantes de la Vendée, la esperanza, alimentada por la interrupción del viento, reside ahora en que las capas de petróleo sean arrastradas por las corrientes y pasen de largo sin llegar a tocar sus costas. Por si acaso, el estuario ha sido cercado con tres barreras flotantes. A los miles de personas que trabajan limpiando las playas, se unieron ayer 2.000 voluntarios de la Cruz Roja, mientras el robot submarino Abyssub, el mismo que inspeccionó las bodegas del Titanic, fue embarcado ayer de Bayona para que dé cuenta de la posibilidad de extraer las 30.000 toneladas de crudo que el Erika, hundido a 120 metros de profundidad, guarda todavía en sus tanques.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_