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Las musarañas del sainete

Edgar Neville se definió como un hombre al que le hubiera gustado terminar el trabajo que nunca empezó. "Mi ideal sería que, después de estar dos horas pensando en las musarañas, me saliese una comedia en tres actos en que sus personajes fuesen las musarañas". Neville convirtió en elegante comedia lo que hasta entonces solía ocurrir en el marco del costumbrismo y el casticismo sainetero.El cineasta -para quien la visión tópica "del proletariado" no era fruto de la mentalidad de los aristócratas, sino "de los tenderos de la calle Mayor"- señalaba en un artículo publicado en Primer Plano en 1944 que "no hay comedia musical extranjera que valga lo que La verbena de la Paloma o La Revoltosa".

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Neville añadía: "El sainete es la forma natural de expresión española, un venero de vida y de fábula con calor humano. El sainete culmina en Madrid, y por eso, cuando se tiene una raíz madrileña y profunda como la mía, cuando se es ante todo y sobre todo madrileño como yo, se siente el sainete mejor que otros géneros, sin que ello quiera decir que los aborde cuando me parezca bien y que me quede envuelto en una pañosa al calor de un puesto de castañas; porque eso ya no es sainete, sino un tipismo barato, un casticismo trasnochado, que es un lugar común en la finura del aire de Madrid".

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