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Tribuna
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Disparates en el campus

Cuando las cosas se sacan de quicio pueden pasar de la exageración al disparate. Es lo que está sucediendo con las reacciones tremendistas ante la acción reprobable de los estudiantes del BEI y de Alternativa Estel al boicotear las conferencias de Jon Juaristi y Aleix Vidal-Quadras que cerraban un ciclo organizado por la asociación Profesores para la Democracia. Los estudiantes se equivocaron pero los miembros de la mencionada asociación no pueden pasar por unos inocentes que sólo querían organizar un acto académico. Hay actos académicos y actos de agitación y propaganda, los dos son legítimos pero distintos en su concepción y en sus riesgos. El I ciclo de conferencias El nacionalismo: síntoma social forma parte de este último tipo de actos. El texto de presentación del ciclo es todo un ejemplo de lenguaje integrista: "el nacionalismo se autorrepresenta como un principio natural, autoevidente, universal y necesario; y en eso reside su fuerza, pues el nacionalismo ha conseguido, allí donde ha prosperado, hacer pasar esa falsedad por evidencia. Por esta razón el mero hecho de constituirlo en objeto de indagación teórica, extraerlo de su condición de naturaleza para mostrarlo como historia, como discurso, constituye el mejor antídoto contra sus deletéreos efectos. Pero es necesaria una crítica inmanente del nacionalismo. Una crítica que lo comprenda como síntoma social, como la solución errónea de un auténtico problema ínsito en la dialéctica de la Ilustración". En fin, que todo nacionalismo, sea cual fuere, contiene venenosos y mortíferos efectos y se fundamenta en una falsedad presentada como natural, autoevidente, universal y necesaria.Están en su derecho de pensar así, pero una concepción tan demonizadora del nacionalismo nos sugiere algunas preguntas: ¿Está incluido el nacionalismo español en su "crítica inmanente del nacionalismo"? ¿Están libres los miembros de esta asociación de una enfermedad tan venenosa como el nacionalismo? Ya pueden arrojar todas las piedras verbales que quieran, que la era del nacionalismo nos afecta a todos, para bien y para mal, incluidos los falsos cosmopolitas. Cuando se adoptan actitudes tan intransigentes y se escriben palabras tan cortantes sobre el nacionalismo, es muy probable que el problema real sea otro: no se tolera ni por activa ni por pasiva el nacionalismo catalán. Es decir se critica tan visceralmente un nacionalismo, el catalán, porque se pertenece al otro, que es el español. Viven los nacionalismos como un juego de espejos: se ven en el otro y no se soportan.

La relación de conferenciantes y presentadores de las conferencias es toda una composición nada pluralista sobre el nacionalismo. Todos cojean del mismo lado, como es lógico en un ciclo de adoctrinamiento. Nadie puede creerse que estábamos ante un conjunto de conferencias de concepción exclusivamente académica. Incluso adjuntaban en el sobre de propaganda una papeleta de inscripción a la asociación: 3.000 pesetas. Y, por cierto, ¿quién ha pagado este ciclo? Parece que el Ministerio de Educación y Cultura, puesto que el membrete de esta institución figura en lugar destacado de la invitación. ¿Un Ministerio de Educación y Cultura debe ser utilizado o incluso subvencionar este tipo de actos organizados por una institución privada? A los estudiantes del BEI les faltó astucia, porque lo que tendrían que haber hecho es pedir una subvención igual a la Dirección General de Cooperación y Comunicación Cultural del MEC, puesto que la libertad de expresión bien entendida implica que todas las partes puedan opinar y ser escuchadas.

Lo más irritante de esta asociación es el uso indebido de la palabra democracia. ¿Profesores par

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