Los alumnos, a favor de la ESO
A los estudiantes nunca se les pregunta qué piensan sobre la reforma educativa, de la que son los verdaderos protagonistas y a la vez los grandes olvidados. Para corregir esta paradoja, dos investigadoras sociales han recabado la opinión de 919 alumnos de cuarto de ESO, y éstos se han expresado mayoritariamente a favor de la reforma escolar: el 73% cree que estudiar hasta los 16 años les permitirá salir mejor preparados. No obstante, también son conscientes de los problemas que acarrea el nuevo sistema educativo, especialmente en lo referido a la atención a la diversidad: la mitad piensa que la ampliación de la escolarización hasta los 16 años va en detrimento de los que tienen más interés en los estudios.El citado trabajo, La percepción de la ESO por parte de los adolescentes, ha sido llevado a cabo por Eva Rovira y Marta Paxau, a partir de las respuestas de 919 alumnos de cuarto de ESO de centros públicos y privados de la comarca de Osona. Los jóvenes que respondieron al cuestionario representan al 60,5% del alumnado matriculado en cuarto de ESO durante el curso 1997-1998, lo cual otorga a las encuestas realizadas un nivel de confianza del 95,5% y un margen de error de ± 3%. El trabajo, que todavía no se ha publicado y que se pudo realizar gracias a una beca de la Fundación Jaume Bofill, es uno de los primeros estudios que realiza una radiografía de la reforma escolar exclusivamente a través de los ojos de los alumnos y no de otros colectivos, como el de los profesores o el de los padres.
Este era uno de los principales objetivos de las autoras, que destacan la poca atención que se presta a las opiniones de los estudiantes: "Pese a que los indicadores de calidad del sistema educativo se refieren al grado de satisfacción del alumnado, junto al de los profesores y padres, éste nunca ha sido tenido en cuenta. Esto, aparte de representar una situación totalmente injusta por parte de uno de los principales protagonistas de todo el proceso, es un hecho paradójico, en tanto que el mismo cambio de sistema pretende dotar a los alumnos de criterios que les permitan opinar y actuar autónoma y activamente en la sociedad".
El estudio también refleja la opinión de los estudiantes sobre el espíritu de la reforma. Sólo la mitad cree que se llevara a cabo con fines simplemente educativos; el 24% piensa que el objetivo era conseguir una mejor formación y otro 26% que su finalidad era permitir que los alumnos pudieran estudiar las asignaturas que más les interesaran. Pero el 32%, el grupo más numeroso, considera que la reforma se hizo para mantenerlos en la escuela hasta la edad mínima para trabajar: 16 años. Así pues, las finalidades pedagógicas del nuevo sistema educativo son las menos valoradas: sólo el 10% cree que la reforma se llevó a cabo para poder impartir una educación que se adapte a cada alumno, lo que en terminología pedagógica se conoce como atención a la diversidad.
Este juicio sobre la reforma se ve complementado con la opinión que los alumnos tienen de la escuela como institución. Sólo el 5,4% da importancia a su función educativa. En cambio, la mayoría de respuestas dibujan la clásica concepción anterior a la reforma. El 67,7% de los alumnos cree que la función principal de la escuela es transmitir conocimientos y el 38%, permitir el acceso al mundo laboral. Todo un varapalo para los pedagogos, que con la reforma educativa pretendían hacer de la escuela una transmisora de valores y no sólo de conocimientos. A juicio de las autoras del estudio, "los alumnos valoran la utilidad de los conocimientos que se imparten en la escuela, pero no los valores que ésta debería transmitir".
Sin embargo, los alumnos se muestran satisfechos con una de las principales innovaciones de la reforma: los créditos variables. Siete de cada diez alumnos creen que aquéllos les permiten formarse en los aspectos académicos que más les interesan. Según el estudio, en la elección de los créditos pesa de forma mayoritaria la opción de adquirir más conocimientos. El 57,7% elige los créditos en función de las posibilidades de aprender cosas nuevas y otro 57,12% en función del trabajo o estudios posteriores que quiere realizar. En cambio, sólo el 38,6% asegura que los elige en función de su dificultad o facilidad.
Respecto a los créditos comunes, obligatorios para todos los alumnos, hay algunos que no parecen ser demasiado de su agrado. El 47,3% eliminaría el de música; el 31,7% el de plástica; el 20,23% el de tecnología y el 13,38% el de educación física. Por el contrario, los créditos más relacionados con los conocimientos tradicionales son los que reciben más apoyo: sólo el 9,9% eliminaría las temidas matemáticas y sólo el 7,9% haría lo respectivo con la lengua castellana y la catalana. En cuanto a la posibilidad del alumno de poder elegir el crédito deseado, las autoras destacan dos datos: el 13,4% considera que no tiene posibilidades de elegir los créditos deseados y más de la mitad afirma que no ha acabado haciendo los créditos elegidos. A juicio de Rovira y Paxau significa que "el objetivo de poder elegir créditos por parte de los estudiantes no parece haberse tenido éxito".
Otro aspecto de la reforma que también es valorado de forma positiva es el cambio que ha supuesto trasladarse al instituto a la edad de 12 años. Seis de cada diez alumnos opinan que "va bien para espabilarse y hacerse mayor"; en cambio, subrayan los inconvenientes que supone para las poblaciones pequeñas: el 59,4% cree que es perjudicial para quienes residen en municipios que no tienen instituto.
Los profesores, los grandes protagonistas de la reforma junto a los alumnos, también son objeto de la mirada siempre crítica de sus alumnos, y salen bastante malparados. La mitad cree que los profesores no saben explicar de forma clara y que no saben conectar con los estudiantes. El 38,2% considera que no saben adecuar el nivel de la asignatura a sus alumnos. Unas carencias que precisamente son las más demandadas: el 83,6% cree que el buen profesor debe saber explicar de forma clara y el 74,9%, que debe saber conectar con los alumnos. Los alumnos también valoran en un alto porcentaje la importancia del tutor en el desarrollo de su vida académica. Esta figura de la reforma contiene un alto grado de aceptación (72%) por parte del alumnado.
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