_
_
_
_
Reportaje:

A un paso del siglo XIV

Una roca monumental recuerda al autor del Libro de buen amor, que cruzó el puerto de Tablada en 1329

Ahora que todo el mundo está elaborando listas de libros, canciones, cuadros, pensamientos y creaciones humanas en general que merecería la pena salvar de una hipotética quema milenarista, nosotros nos atrevemos a subrayar con tinta ignífuga el Libro de buen amor. Esta elección puede dejar tibio a un paraguayo o a un kazajo, pero a un madrileño no, pues se trata de la primera referencia literaria de nuestra región, y en particular de la sierra de Guadarrama; una sierra que, antes de 1330, era una difusa noción, sólo mencionada de refilón en privilegios reales y libros de caza, textos tan vibrantes y legibles como el prospecto de un gargarismo.El Libro de buen amor cuenta, entre otras cosas, la andadura que su autor, Juan Ruiz, arcipreste de Hita, hizo por la sierra hacia 1329. En su viaje pasa por lugares tan queridos para los excursionistas de hogaño como el puerto de Malagosto, o como el de Tablada, que venía a caer por lo que hoy es el puerto de Guadarrama. Aquí, en un tris de morir congelado, se topa con Aldara, una atroz serrana ("sus tetas", informa, "dábanle en la cintura porque estaban dobladas, / que, de no estar sujetas, diéranle en las ijadas") que le ofrece yantar, posar y cohabitar. Todo lo cual era a la cursi pastorela provenzal del medievo lo que un manga erótico a Heidi.

Más información
De estación a estación

En 1930, al cumplirse 600 años de la aparición del libro, un roquedo señero de Tablada fue declarado monumento natural de interés nacional en un acto al que asistieron ministros, académicos, poetas y la masa coral femenina del instituto-escuela, que probablemente no cantó todas las verdades sobre Aldara. En cancho bien visible, se cinceló: "Al arcipreste de Hita, cantor de esta sierra, do gustó las aguas del río de bueno amor". A sus pies se depositó el famoso libro con la consigna: "Ande de mano en mano a quien quier quel pidiere". El libro suele faltar, pero la emoción de acercarse a este santuario del excursionismo madrileño sigue intacta siete décadas después.

El camino más bello hasta la peña del Arcipreste es el que parte de la estación de Cercedilla. Hay que salir de ella a mano izquierda por la calle que baja y cruza las vías por un túnel, atravesar el puente del Molino y doblar enseguida a la derecha por el paseo de Canalejas para, tras salvar de nuevo las vías, proseguir por la calle Collado del Hoyo y por la del Faro. Casi al final de esta calle, que aparentemente no tiene salida, rodearemos por la parte de atrás unos chalés y luegos unos prados hasta desembocar en un camino que conduce otra vez a la vía, y allí conectaremos con una amplia pista que, alejándose definitivamente de la línea férrea, nos va a llevar en prolongado ascenso por la ladera de la riscosa peñota, entre pinos solitarios y majestuosos como los que pintaba Beruete.

Después de mucho caminar -dando vistas a toda la llanura, y desde la Maliciosa hasta el Abantos-, la pista se allana y se adentra en un espeso pinar. Habrá que andar entonces ojo avizor para descubrir, como a tres horas del inicio -ocho kilómetros-, el sendero señalizado con gran mojón y rótulo tallado que trepa en un periquete a la fuente de Aldara, y poco más arriba, a la peña con sus inscripciones y su ejemplar del Libro de buen amor, allí dejado en una caja por el grupo de montaña de la Casa Vasca de Madrid, que ya dura desde enero de 1998, todo un récord teniendo en cuenta la cantidad de buitres que hay en la sierra, de los que vuelan y de los otros.

Para concluir la marcha, en lugar de bajar al cercano apeadero de Tablada -donde sólo paran dos trenes al día-, proponemos descender a la estación de Los Molinos. A tal efecto, volveremos a la pista y avanzaremos unos minutos más hasta topar con un cortafuegos por el que discurre una línea de alta tensión. Por él descenderemos culebreando entre matorrales y, tras cruzar la vía del ferrocarril por una tajea, seguiremos bajando hasta salir a un camino rural que, a mano izquierda, conduce sin pérdida posible a Los Molinos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_