Bruselas, más allá de las oficinas
La capital belga pretende romper su imagen burocrática con una amplia oferta de fotografía, música y artes plásticas
"Bruselas aparece citada en más ocasiones que Washington en las televisiones de todo el mundo. Pero siempre aparece como un frío lugar donde se toman decisiones y nunca como un centro cultural o un espacio urbano". Estas lamentaciones de François Xavier de Donnea, el alcalde de la capital belga, proclamadas el pasado mes de septiembre ante cientos de periodistas de toda Europa, indican bien a las claras que Bruselas pretende romper en el año 2000 con esa imagen de ciudad aburrida y burocrática.Sede de organizaciones como la Unión Europea o la OTAN, los grises edificios ocultan en Bruselas recoletas iglesias o agradables jardines, excelentes museos o buenos restaurantes que amplían las posibilidades del turismo cultural más allá de la impresionante y archiconocida Grand Place. Con un presupuesto de 1.200 millones de francos belgas (unos 5.000 millones de pesetas), que proceden tanto de fondos públicos como privados, Bruselas ha programado para los próximos 12 meses un total de 300 actos culturales que pondrán el acento en la fotografía, las artes plásticas, la música o el teatro.
Multiculturalidad ha sido la palabra más empleada por los responsables de Bruselas 2000 a la hora de definir el hilo conductor de su capitalidad. Esta condición abarca tanto el carácter de antigua metrópoli colonial de Bruselas, como su ubicación geográfica de encrucijada entre Alemania y Francia, las dos grandes potencias europeas.
Pero el carácter multicultural no es preciso buscarlo fuera de las fronteras de una Bélgica dividida en dos comunidades: los flamencos de idioma neerlandés y los valones de lengua francesa. Este bilingüismo histórico ha permitido a Bruselas convertirse en un cruce de caminos donde miles de viajeros se detienen todos los días. En el 2000 podrán combinar la cultura con los negocios y los espectáculos con la política.
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