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La voz de los poetas

¿Se imaginan ustedes lo que sería disponer de una grabación del Dante leyendo unos fragmentos de su Comedia, preferentemente del Infierno? No es necesario escuchar al poeta para apreciar su poesía, eso lo sabemos todos. La lectura es un acto personal y en ella renace cada obra, cada poema, una y otra vez; pero, sin llegar a la idolatría y sin descender a la curiosidad malsana, bien podemos aceptar que a la mayor parte de los lectores les encantaría escuchar la poesía en la voz de sus autores; sería un acto de... ¿homenaje?, ¿simpatía?, ¿cercanía? Lo más probable es una mezcla de todo sazonada al final con un pellizco de curiosidad amorosa por algo que nos ha conmovido profundamente.Recuerdo que hace ya muchos años perseguía una serie de discos editados por Casa de las Américas, que contenían recitados de grandes autores iberoamericanos: Lezama Lima, Borges, Cortázar, Rulfo... Había otras piezas sueltas, como un vinilo editado con ocasión de una exposición dedicada a Valle-Inclán, el cual, muy gracioso, no sólo narraba, sino que representaba también las voces de sus personajes.

Años más tarde se puso de moda oír novelas o narraciones más cortas, algunas de ellas en la voz de sus autores. Aquí en España también se editaron, desconozco con qué éxito ni para qué clase de auditores. ¿Quién que no esté con ánimo de leerse una novela está dispuesto a escucharla? Al parecer se utilizaban en el coche, no sé si para combatir intelectualmente los atascos o para llegar uno al trabajo con el espíritu tan refregado como los dientes y las orejas.

La voz del narrador recitando su texto no suele ser especialmente interesante, salvo casos como el de una grabación de Julio Cortázar, en la que leía pasajes cortos hilados por comentarios y digresiones del autor que creaban una atmósfera Cortázar realmente fascinante, muy al estilo de su Vuelta al día en ochenta mundos. En cambio la de los poetas posee un encanto especial. Ni siquiera es necesario que el poeta sea un buen recitador. Hay poetas que al leer en voz alta imprimen a su texto una personalidad que pertenece por partes iguales al texto y al impulso creador. Es el caso de Pablo Neruda, cuyo tono y cadencia de salmodia arrastra los versos con una emoción muy singular. Hay otros que leen como hablan y a veces se hace difícil distinguir entre la introducción y el comienzo del poema propiamente tal, como es el caso de Borges. Pero todos acaban teniendo un encanto especial. Sin duda tiene que ver con la calidad de concentración e intensidad que caracteriza a la poesía lírica, ese impulso de voz que se expande de dentro a fuera de una sola vez, que lo contiene todo de golpe. Y la poesía del siglo XX es eminentemente lírica.

Desde hace un par de años, la prestigiosa colección de poesía Visor viene recogiendo y editando con todo mérito las voces de los poetas. Recientemente, la Residencia de Estudiantes ha comenzado a sacar de sus archivos sonoros los recitales de sus sesiones de poesía. En el catálogo de la primera figuran ya leyendas como León Felipe, Juan Ramón Jiménez, Cernuda, Neruda, Salinas, Gil de Biedma y Borges junto a autores vivos, como Ángel González o Mario Benedetti. La segunda posee grabaciones de sesiones públicas inolvidables; por ejemplo, los recitales de Alberti, Gil de Biedma, José Ángel Valente o John Ashbery. Todo esto, por cierto, me suena a jazz, y ya estoy viendo títulos de álbumes como "José Ángel Valente live" o "Grabaciones en estudio de J. R. J.".

Una vez, en una reunión de intelectuales diversos patrocinada por la Generalidad catalana, se me ocurrió decir que si un escritor desea la fama, el dinero y las mujeres (en el caso masculino) o los hombres (en el caso femenino) debería dedicarse a la narrativa; pero si lo que perseguía realmente era la Gloria, ésa estaba reservada solamente a los poetas (verdaderamente grandes). Admito la exageración, pero se me acercaron dos queridos y eminentes narradores, con buen humor, para pedir detalles de lo primero. En fin, cuando escucho a ratos las voces de los poetas, comprendo que ese acto soberbio y supremo de la existencia poética respira en esos discos. La de los poetas es la voz de las voces, incluso aunque no lean bien. Compruébenlo ustedes.

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