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El Gobierno ruso revela que tiene contactos con el Ejecutivo checheno

El primer ministro ruso, Vladímir Putin, aseguró ayer, la víspera de que venciese el ultimátum para abandonar Grozni, que mantiene contactos con el Gobierno del presidente checheno, Aslán Masjádov. "Sus emisarios vienen a Moscú de manera regular", señaló. "Hace ocho o nueve días, me reuní con un viceprimer ministro". Además, el ministro para Situaciones de Emergencia, Serguéi Shoigú, se ofreció a entrevistarse con Masjádov. El objetivo de esta entrevista de Shoigú sería conseguir que los civiles abandonen Grozni, donde se les viene encima un diluvio de fuego. "Haremos todo lo posible para evitar víctimas", afirmó Putin.Según el jefe del Gobierno ruso, que anoche emprendió un viaje de dos días a Uzbekistán (en el Asia Central ex soviética), las reuniones de representantes rusos con miembros del Gabinete checheno son frecuentes. El pasado jueves, por ejemplo, se celebró una con un viceprimer ministro de Masjádov.

Es, sin embargo, un diálogo sin resultados. Según Putin, Masjádov no ha contestado aún a las exigencias rusas para detener su ofensiva: denuncia del terrorismo "en todas sus expresiones", liberación de todos los rehenes rusos y extranjeros y entrega de los autores de los atentados de septiembre y de los organizadores y participantes en la invasión de Daguestán por las milicias wahabíes.

Último día

Hoy vence el ultimátum a los últimos de Grozni. Las matizaciones rusas de que sus destinatarios son los combatientes chechenos y no los civiles, no tranquiliza a estos últimos, que dudan de que las bombas hagan distingos. Ayer, Shoigú, líder de lo más parecido a un partido del Kremlin, se ofreció a reunirse con Masjádov para salvar a los inocentes del ultimátum que hoy se cumple.

El ministro señaló que estaba dispuesto a "reunirse con cualquiera, incluso con el diablo", para "asegurar que esa gente pueda salir de Grozni". Y dirigió un dramático llamamiento a Masjádov que llevaba implícita la presunción de que los civiles son utilizados como escudos humanos: "Si eres hombre, deja que se vayan".

En realidad, nadie sabe con exactitud lo que ocurre en la capital chechena, en la que, al parecer, quedan unos 5.000 boievikí (combatientes) y entre 10.000 y 40.000 civiles. Son enfermos, ancianos o desesperados que prefieren los riesgos de las bombas a los de un exilio. Sin medios de transporte, y entre los rigores del invierno, no se dejan convencer por la oferta de un corredor humanitario (seis, dice Shoigú) que les permita huir del infierno que está al caer.

Grozni es la única localidad importante que queda en manos de los milicianos chechenos. Ayer los rebeldes daban cuenta de la retirada de Shalí, al sureste de la capital chechena. Allí había fijado supuestamente su cuartel general Masjádov. Sin embargo, al caer la noche, los rusos no la habían ocupado y esperaban la confirmación de que los dirigentes locales habían convencido a los boevikí de que se retirasen sin prolongar su resistencia.

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