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"Para Rumania empieza una nueva era con la invitación de la UE"

Berna González Harbour

ENVIADA ESPECIALRumania ha vivido una historia trágica. No sólo sufrió la dictadura esperpéntica de Nicolae y Elena Ceaucescu, sino que, tras la revolución, hace 10 años, se sumergió en un largo letargo, del que apenas está amaneciendo. Por eso, 10 años después, con unas pésimas cifras económicas y una corrupción y burocracia que aún espantan a los inversores, la invitación a entrar en la Unión Europea (UE) se ha convertido en un hito para Rumania. El presidente, Emil Constantinescu, liberal de 60 años, cuya victoria en 1996 supuso el cambio de régimen que no se produjo en 1989, recibió ayer a EL PAÍS en Bucarest, horas antes de que la UE le invitara a la integración. Es un momento solemne y emotivo para Rumania. El punto sin retorno de su historia.

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Pregunta. ¿Qué supone para usted esta invitación?

Respuesta. Es un paso importante para cumplir el objetivo histórico de Rumania de integrarse en la Unión Europea. Y es el reconocimiento a un esfuerzo extraordinario que hemos hecho en los últimos años para construir y consolidar la democracia. Para Rumania empieza una nueva era. La ayuda financiera crecerá sustancialmente. Pero aún más importante que esta ayuda es que la Unión Europea apoyará directamente los programas de la reforma económica.

P. Pero la reforma económica va a un ritmo muy lento, y la gente ve cómo crece la miseria, cómo se disparan los precios y hay despidos masivos. ¿Cómo piensa convencer al pueblo para continuar?

R. Ése es el precio que tienen que pagar por esta reforma y las ventajas sólo vendrán después. La gente sólo acepta la reforma económica si no le afecta, y cuando le afecta se produce la insatisfacción. Pero eso es la muestra de que la reforma económica está avanzando. Cuando hay déficit presupuestario, cuando hay inflación, eso supone recortar los gastos de educación y salud, los gastos sociales. Las empresas ineficaces se tienen que cerrar, y aumenta el desempleo. Pero hay que hacerlo, y lo hemos hecho, y gracias a eso hoy podemos empezar las negociaciones con la Unión Europea. La reforma política no ha sido fácil, pero es un éxito. Se ha cambiado la mentalidad política en Rumania y hoy se respetan los derechos humanos y de las minorías.

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P. Usted es el primer presidente de Rumania de estilo occidental y su victoria supuso el cambio de régimen hacia una democracia capitalista. ¿Encontró mucha resistencia en el aparato comunista?

R. Sí, categóricamente sí. Y era normal. Cuando fui elegido, sabía que había que cambiar radicalmente las instituciones y necesitaba a personalidades que trabajaran con espíritu europeo. Los cambios en los servicios de información [espionaje], en el orden público y en la Administración eran claves. Ahora todas las instituciones de orden público se han sometido al poder civil. Y los resultados son obvios. Rumania ha conseguido desmantelar esa estructura de tipo mafioso que ha estado incrustada en todos los segmentos de la economía. Pero la lucha contra la corrupción y la mafia nunca se acabará.

P. Hoy, 10 años después de la caída de Ceaucescu, crece la nostalgia por el dictador. Las encuestas dicen incluso que hoy ganaría en las urnas si se presentara a las elecciones. ¿Cómo se puede parar esa nostalgia?

R. No creo que esa nostalgia de Ceaucescu exista de verdad. Es algo metafórico. Creo que Rumania es el país con menos posibilidades de regresar al comunismo, que es tan dañino como el fascismo. No tenemos partido comunista y nadie enarbola hoy la ideología comunista. Esa nostalgia es una reacción hacia las dificultades económicas que afectan severamente a algunos sectores de la población. Es normal. Se trata de cambiar una mentalidad de estar asistidos por el Estado a una mentalidad de asumir riesgos. Nadie quiere un cambio de dirección, nadie niega la orientación proeuropea y pro-OTAN de Rumania.

P. Rumania cumplió con las exigencias de la OTAN en la guerra de Yugoslavia. ¿Ha cumplido la OTAN con Rumania?

R. Creo que la OTAN se ha dado cuenta de que cometió un error en Madrid [cuando la Alianza Atlántica invitó a integrarse sólo a la República Checa, Hungría y Polonia]. Si Rumania se hubiera integrado en esa primera ola la situación de Kosovo y de la región de los Balcanes sería distinta. Rumania ha actuado como si fuera un miembro de la OTAN y la OTAN también actuó como si Rumania hubiera sido uno de sus miembros. Rumania siente ahora garantías de seguridad.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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